Arcadi Espada acaba la semana como la empezó: en la miseria. El columnista catalán es de los que cree que ir a la contra otorga carácter. Si todo el país condena La Manada, él exige informar de la vida sexual de la chica violada. Si la justicia vuelve a imputar a Francisco Camps por corrupción, él le escribe el libro Un buen tío que defiende a Camps como el mejor gestor de la Comunidad Valenciana. Incluso Eduardo Inda le dijo en Ana Rosa: "Eres un payaso y el periodista de cámara de Camps". Los más veteranos recuerdan cómo en una red de pederastia en la Barcelona de los años 90 Espada defendió a los pederastas porque utilizaban menores "solo para alivio masturbatorio y pulsión coleccionista". Algunos le rebautizaron Arcada Espada.
Espada es uno de los fundadores de Ciudadanos con Boadella. Para entender su odio explica en su diario, el día que se juega el Barça-Madrid, por qué es anti-culé antes que madridista desde que era niño: "Para mi misión, el feroz deseo de derrota azulgrana, necesitaba un aliado poderoso. De niño animaba al Betis, por mi familia, pero requería al Real Madrid". Su "misión" no es otra que propagar el odio, también hacia su persona. Y sigue "Con Franco, se decía que teníamos que animar en todos los equipos españoles en las competiciones europeas, también al Barça, pero yo siempre deseaba que perdiera". En eso sí era antifranquista: "Al Barça, písalo".
Sigue haciendo de tonto útil del madridismo justificándose: "También hay una razón estética: el azul y el grana forman una combinación de colores muy feos. Chirrían sobre el verde del césped. Nada que ver con el inmaculado blanco". Y acaba con un deseo que lo hunde en su complejo de inferioridad: "Es más importante para mí ganar el clásico 0-5 que la final al Liverpool". En eso coincide con los culés: el Barça se deja ganar 0-5 si el club inglés gana a la final de Kiev con el árbitro robando el partido a los de Florentino.
La Manada son otros.