El menorquín Gregorio Martín es catedrático jubilado de Computación e Inteligencia Artificial de la Universidad de València. Se especializó en robótica, pero últimamente trabaja temas relacionados con la economía, especialmente en lo referente a salarios y fiscalidad. Es autor de (Des)empleo y bienestar en la era digital: una visión desde España (Megustaescribir, 2015). Este lunes estuvo en la Escuela Europea de Humanidades, en el Palau Macaya de la Obra Social "la Caixa", para dar una conferencia sobre "Digitalitzación: bienestar y quiebra de la redistribución vía salario".
¿Cómo es que alguien que procede del campo de las Matemáticas acaba dedicándose a este tema?
Desde que me jubilé he tenido más tiempo para plantearme determinados problemas. Hace tiempo que me preocupa el hecho de que Europa está perdiendo su situación en la sociedad postindustrial. Intenté descubrir si la crisis dependía de más cosas que de los bancos. La principal conclusión que he sacado en este tiempo es que cada vez hay menos puestos de trabajo y que esto obliga a un replanteamiento de nuestra sociedad.
Hay un proceso terrible de desaparición de intermediarios
¿Y eso, por qué?
Con la digitalización hemos creado unas máquinas que tienen resultados mejores que las habilidades humanas Pero además se ha establecido otra lógica en los procesos de producción, que ha alterado las lógicas de la formación de empleo. Hoy tenemos productos gratuitos de coste marginal cero, como son las copias de los libros digitalizados (eso no pasaba con los libros físicos). Con un teléfono móvil se hacen cosas muy difíciles, y las hace todo el mundo. Con las nuevas tecnologías se ha reducido el número de secretarias, por ejemplo. Se están perdiendo muchos puestos de trabajo. Antes, cuando querías viajar en avión, tenías muchos intermediarios: los que te asesoraban, los que te vendían el billete, los que te daban la tarjeta de embarque, los que te la recogían. Ahora en todo este proceso sólo tienes un intermediario: el guarda de seguridad, y este podría ser sustituido por un robot. Hay un proceso terrible de desaparición de intermediarios. Y eso puede afectar a todo el mundo. Ahora se podrán hacer transferencias por Facebook y eso, sin duda, afectará a los bancos.
¿La digitalización afectará también en los bancos?
La digitalización tiene unos efectos insospechados en muchos ámbitos. La gratuidad hace que determinados sectores estén en peligro. Estamos más informados que nunca y escuchamos más música que nunca, sin pagar. La gente disfruta de música y de información sin que eso tenga impacto en el PIB, y eso lo complica todo. Eso también está afectando a la enseñanza: ¿qué sentido tiene que yo me prepare una clase magistral cuando hay profesores mucho mejores que yo que ya han colgado en internet clases enteras, con ejercicios y todo?
La digitalización va asociada a que se pierdan más puestos de trabajo de los que se crean.
También se dijo, cuando surgió la revolución industrial, que las máquinas quitaban al trabajo a la gente, y más tarde se generaron nuevos trabajos.
Históricamente, los economistas han defendido que cada vez que hay una evolución tecnológica, después de un periodo de choc, la sociedad se estabiliza y aparecen nuevos puestos de trabajo. Eso pasó en la primera y en la segunda Revolución Industrial, pero es muy posible que con la digitalización sea diferente. Sí que aparecen nuevos trabajos, desde los creadores de juegos hasta los gestores de páginas web, pero son muy pocos. La digitalización va asociada a que se pierdan más puestos de trabajo de los que se crean.
¿Qué papel juega la globalización en la problemática del empleo?
La globalización implica que hay gente en el otro extremo de mundo que puede estar tan preparada como nosotros, que está dispuesta a hacer el mismo trabajo que nosotros y a competir con nosotros, y eso genera terror. El problema del empleo toma una dimensión mundial, más que local. El problema, ahora, es que o el trabajador de los Estados Unidos se queda sin trabajo, o el trabajador de México se queda sin trabajo. No parece que haya solución. Parece ser que no hay trabajo para todo el mundo. Según mis estimaciones, en el mundo hay 3.200 millones de personas que buscan un puesto de trabajo aceptable, y en realidad sólo hay 1.200 millones puestos de trabajo en buenas condiciones.
¿Y qué puede hacer la gente?
La gente hace lo que puede, por eso están surgiendo nuevos tipos de trabajos, que no son los habituales y que no funcionan ni siquiera como un trabajo prototípico. Es el caso de los conductores de UBER. En realidad, la gente cada vez está más ocupada, tenga o no tenga trabajo... Hoy en día "ocupación" ya no es "empleo": puedes estar muy ocupado y no tener un puesto de trabajo.
Si el empleo no se recupera, ¿se debería proceder a una reforma de nuestra sociedad?
Estamos en una situación en que es urgente plantearse si la capacidad redistribuidora que se supone al salario se está cumpliendo hoy en día. No hay ninguna garantía de que todo aquel que quiera trabajar pueda conseguir un puesto de trabajo. Hoy en día, no todo el mundo puede vivir de un salario. Y parece ser que en el futuro esto continuará así.
Eso nos lleva a una nueva fase histórica...
Bien, tendríamos que tener en cuenta que la idea del salario como a base de la redistribución es un asunto muy moderno en la historia de la humanidad. Antes de la Revolución Industrial eso no existía. Es un proceso que tiene tan sólo 200 años de vida y que quizás ya haya agotado su ciclo.
El gobierno insiste en que si hay problemas de empleo lo que tiene que hacer la gente es convertirse en emprendedora. ¿Esta posición es realista?
Por desgracia, eso es una solución de políticos que no han entendido el problema. Y eso me preocupa mucho. Todo el mundo siente la necesidad de que haya puestos de trabajo, pero nadie se da cuenta que la evolución tecnológica nos lleva en sentido contrario. Y eso nos conducirá, inevitablemente, a una situación de conflicto. Aquí hay mucha gente que no dice la verdad. No la dice el gobierno. Y, lamentablemente, tampoco la dicen los sindicatos.
Tal como va esta dinámica. ¿El Estado tal como lo conocemos, financiado por los impuestos del trabajo y del comercio, está en peligro?
Hay un parón económico y eso implicará que tendremos que controlar el consumo. Trabajar menos quiere decir, también, que tendremos que consumir menos. Llevamos 50 años con el mito del crecimiento continuado del PIB y del consumo. Ahora eso se ha acabado. Hace falta una reflexión tranquila, que nos lleve a reorganizar una sociedad en que la gente no necesariamente viva como resultado de su trabajo.
No podemos seguir confiando en que la redistribución de la riqueza vía salario garantice la subsistencia de la población
Entonces, ¿qué se puede hacer?
No podemos seguir confiando en que la redistribución de la riqueza vía salario garantice la subsistencia de la población, como había estado pasando hasta ahora. Yo no sé exactamente hacia dónde tenemos que ir, pero apunto cuatro propuestas que se están haciendo desde diferentes foros. Dos en un contexto de Estado fuerte, y dos en un contexto de Estado debilitado.
¿Qué podría hacer a un Estado fuerte para enfrentarse al problema de la falta de empleo?
Hay dos alternativas: la renta básica universal o el reparto del trabajo. La renta básica universal es una idea atractiva, pero complicada. ¿Cómo se define lo básico? ¿Se incluye la educación y la sanidad? Los americanos no contemplan la sanidad dentro lo "básico". Y la idea de universal también supone dificultades. ¿Quién se podría beneficiar? ¿Los refugiados también? No es fácil aplicar este concepto. La otra posibilidad, para un Estado fuerte, es ir hacia un reparto del trabajo. Es lo que los japoneses denominan sociedad 5.0. En Japón hay mucha gente que está ocupada en trabajos que podrían ser automatizados. El Estado subvenciona a las empresas que no incorporan máquinas que sacan trabajo a la gente. En Japón se tiene muy claro que tiene que haber mercado de mercancías, pero no mercado de trabajo...
¿Y cómo se podría enfrentar a este problema desde un punto de vista más liberal?
Con un Estado débil, y desde un punto de vista más liberal, tenemos dos opciones: tratar de competir con las grandes marcas o ir hacia la "uberización". Competir con las grandes compañías es muy difícil. Hoy en día sólo hay 25 grandes marcas, con una productividad terrible. Alphabet, una de las grandes empresas del mundo, con 66.575 trabajadores factura 74.980 millones de dólares. Es decir, cada trabajador factura en torno a 1,12 millones de dólares. Aquí el concepto de productividad pierde sentido. Es casi imposible competir con ellos. Google triunfa, porque hay uno solo en el mundo. No es tan fácil crear competencia: los chinos lo están haciendo, pero los europeos fracasan sistemáticamente cuando lo intentan. La otra posibilidad, en un estado liberal, es la uberización completa: que cada uno haga los trabajos que pueda, como pueda. La juventud ya ha decidido optar por esta propuesta: usan Blablacar, Airbnb... ¡Alerta! Si la juventud ha escogido esta opción, es que esta opción tiene futuro.
¿Los políticos son conscientes de la problemática de la desaparición de puestos de trabajo?
Cada vez más. En Bruselas, en junio, hubo un encuentro de los sindicatos europeos, y ya corrían mensajes en este sentido: se necesita hacer algo muy innovador para hacer frente a este problema. En Alemania ya se está discutiendo sobre el trabajo 4.0, que implica una distribución del trabajo. En Francia el consejo de ministros ya empieza a debatir el tema de los excluídos del mercado de trabajo y uno de los temas que más se discutirán en las elecciones generales francesas será la renta básica universal. En la Cumbre de Davos de 2016 ya se hablaba de la crisis del trabajo, y muchos ya decían que no les salían las cuentas en el problema del empleo. Es un tema que se está discutiendo mucho en otras partes.