Humberto Llavador es profesor del Departamento de Economía de la Universitat Pompeu Fabra y también de la Barcelona Graduate School of Economics. Es autor, junto con John E. Roemer y Joaquim Silvestre, del libro Sustainability for en Warming Planet (Harvard University Press, 2015), una obra sobre el cambio climático que ha ganado el X Premio de la Sociedad Catalana de Economía, filial del IEC. Se trata de un premio que se concede cada dos años, que está dotado con 10.000 € y que tiene el apoyo de la Obra Social “la Caixa”.
Hay muchos libros sobre el cambio climático. ¿Qué tiene Sustainability for en Warming Planet de especial?
En primer lugar, es un libro en que nos preocupamos de vincular el cambio climático con la justicia social, un enfoque que no siempre se ha destacado suficientemente. Por otra parte, con esta obra queremos crear las bases para que los economistas puedan analizar la sostenibilidad desde el rigor. El análisis de la sostenibilidad con frecuencia se había hecho sin el necesario rigor científico.
¿Cuál es la principal conclusión de esta obra?
Uno de los mensajes importantes del libro es hacer ver que el cambio climático no se puede tratar independientemente del crecimiento económico. No podemos crecer al 5 % y a la vez reducir emisiones.
Su libro parte de la base que el cambio climático existe, pero hay quién lo duda, incluso en el gobierno más potente del mundo, ¿que les diría a los que lo niegan?
La evidencia científica es clara. Entre los científicos relevantes para el tema hay consenso: hay el convencimiento de que hay un problema de calentamiento y de que éste es provocado por la acción del ser humano. El único debate es sobre el grado y la velocidad de este proceso. No sabemos exactamente qué consecuencias tendrá este calentamiento ni con qué rapidez nos van a llegar.
¿El hecho de que su libro haya merecido un premio de economía es un síntoma de que las mentalidades van cambiando y que los economistas se toman muy en serio estos temas?
Los economistas ya hace años que se han concienciado de que hay un problema de cambio climático y de que también son graves los problemas de justicia y desigualdad. El último informe del World Economic Forum, que hablbaa de riesgos globales, entre los 3 principales destacaba el problema de las desigualdades en primer puesto y el cambio climático en segundo.
Incluso si los diferentes países cumplen los acuerdos de París, nos vamos a aumentos de 3 grados o más
Los acuerdos de París establecen un máximo de 2 grados de calentamiento global en un periodo de 20 años. ¿A usted eso le parece mucho o poco?
Dos grados está dentro de lo que es factible, tanto económicamente como técnicamente. Siempre habría sido mejor haberse limitado a un grado y medio, pero no está claro que esto hubiera sido posible. Ahora bien, 2 grados es el objetivo de los Acuerdos de París, pero no es lo que se deriva de los compromisos adquiridos por los diferentes países. Si analizamos cuáles son los compromisos de los países, no podemos ser tan optimistas. Con las medidas que se proponen, continuará habiendo demasiadas emisiones. Incluso si se cumplen estos acuerdos, lo que no es evidente, nos vamos a aumentos de 3 grados o más. Los Acuerdos de París son positivos porque marcan una tendencia, pero no debemos olvidar que son simples declaraciones de buenas intenciones. París es un paso en la dirección correcta, pero hay demasiada euforia con respecto a ellos, quizá porque había mucho pesimismo respecto a los acuerdos anteriores.
Se teme que Trump pueda negarse a asumir los compromisos estadounidenses en los acuerdos de París.
El papel de Estados Unidos y de China es clave en el desarrollo de los acuerdos y la reducción de emisiones. La subida de Trump al poder genera incertidumbre. Hasta ahora sus declaraciones no han mostrado un gran apoyo a la reducción de emisiones. El problema principal respecto a Trump es que resulta imposible predecir cómo va a ser su política. Y la imprevisibilidad no es buena para nada. El papel de Estados Unidos bajo Obama fue fundamental para lograr un acuerdo en las negociaciones de París. Y si Estados Unidos rectifica su posición, el problema internacional se agravará.
No hace falta volver al nivel de vida de la Edad Media para frenar el cambio climático
¿Es posible garantizar el crecimiento económico y a la vez respetar los Acuerdos de París?
No hace falta volver al nivel de vida de la Edad Media para frenar el cambio climático. Lo que no podemos hacer es mantenernos por debajo de los 2º de aumento de temperatura y mantener un crecimiento del 3% a largo plazo. Según los análisis que presentamos en este libro, sin alcanzar los 2º de aumento, todavía podríamos crecer algo: podríamos crecer alrededor de un 1% a nivel global. Pero deberíamos plantearnos, sobre todo, crecer en cuanto a nivel de calidad de vida. Hemos de empezar a pensar en crecimiento más allá del simple crecimiento económico y empezar a pensar en crecimiento de calidad de vida (valorando conocimiento, salud, educación, medio ambiente…).
¿A qué se refiere cuando habla de crecimiento a nivel global?
Los países del Sur deberían crecer a tasas mayores al 1% para garantizar la convergencia con los más ricos. Nuestra propuesta es intentar combinar las medidas contra el cambio climático con las encaminadas hacia la convergencia entre los niveles de vida de los países desarrollados y los subdesarrollados. Debe haber justicia entre los países del mundo.
¿Se debe, pues, ser más tolerante con las emisiones de los países del Sur global?
La cuestión básica es que todos gocemos de la misma calidad de vida. Por eso lo que se ha de hacer es permitir que los otros países puedan alcanzar los niveles de calidad de vida que tienen los países desarrollados. En base a este principio, deberíamos ajustar las emisiones permitidas a los diferentes países. Pero esta tolerancia hacia sus emisiones sería válida sólo durante la transición, para que mejoren su calidad de vida. A la larga debería haber las mismas emisiones per capita en todas partes.
¿Cree que esta convergencia se va a producir? Algunos teóricos no la ven viable.
Es difícil decir lo que ocurrirá. Parece claro que China se aproximará a los niveles de consumo de los países desarrollados. Otros países también irán en esa dirección. Pero el gran problema sigue estando en África. No parece que este continente vaya hacia un proceso de convergencia.
Los principales beneficiarios o perjudicados de lo que hagamos nosotros ahora serán las generaciones futuras
Además de la justicia en las relaciones entre países, en su libro hacen énfasis en la “justicia intergeneracional”. ¿A qué se refieren?
Los principales beneficiarios o perjudicados de lo que hagamos nosotros ahora serán las generaciones futuras. “Justicia intergeneracional” es un concepto ligado al de sostenibilidad. Si crecimiento era la palabra del siglo XX, sostenibilidad es la palabra del siglo XXI. Una senda sostenible es una vía que nos sirva para garantizar para todas las generaciones el máximo de vida posible. La idea es que todas las generaciones puedan vivir lo mejor posible. Nuestras decisiones tienen que garantizar que las generaciones futuras puedan tener, como mínimo, el mismo nivel que nosotros. Tenemos que hablar de igualdad entre generaciones. El crecimiento sostenible consiste en garantizar la mayor tasa de crecimiento de calidad de vida entre generaciones, de tal forma que el nivel de vida de todas las generaciones crezca, como mínimo, a esta tasa.
Pero hay quien piensa que debemos sacrificarnos para las generaciones futuras...
Todas las generaciones tienen derecho al mismo nivel de vida. Pero también es cierto que todas tienen el derecho a renunciar a este derecho para garantizar el mejor nivel de vida de las generaciones futuras. Nosotros podríamos sacrificar parte del bienestar que tenemos para que las generaciones futuras vivan mejor. En realidad, ya lo estamos haciendo cuando invertimos en progreso humano. Muchas investigaciones, exploraciones y descubrimientos no nos beneficiarán directamente: darán beneficios a largo plazo.
Todo el mundo quiere que sean los demás los que contribuyan a que no se produzcan más emisiones
¿Qué hay que hacer para evitar la catástrofe ecológica?
La prioridad es eliminar las emisiones, y para eso se necesita consenso internacional. Se necesita cooperación. El desacuerdo está en quién tiene que reducir emisiones y cuánto. El problema básico está en el reparto de los costes. Todo el mundo quiere que sean los demás quienes contribuyan a que no se produzcan más emisiones.
Sólo nos habla de los costes del cambio climático. Pero, ¿este no nos ofrece oportunidades, también?
En realidad, el cambio climático abre la oportunidad a nuevas perspectivas de organización económica y social. Por ejemplo: Hoy nadie querría un frigorífico de los años 50, que enfriaba poco, consumía mucho más y contaminaba un montón. Hay ámbitos en que la mejora medioambiental no está reñida con la mejora económica ni con la mejora de calidad de vida. Por otra parte, el problema de las emisiones nos obliga a replantear nuestro paradigma de crecimiento. No se debería tener en cuenta sólo el volumen del consumo, sino observar qué tipo de consumo hacemos.
¿Cómo valora las políticas medioambientales aplicadas en Catalunya y España?
El cambio climático depende, sobre todo, de políticas internacionales. El impacto que pueda tener la política española a nivel global es irrelevante. El mayor impacto que puede tener España, sobre todo, es por su actuación en la Unión Europea, que ha tenido un papel pionero en este tema y que ha presionado para reducir las emisiones. Ni España ni Catalunya destacan por ser donde se aplican medidas más drásticas contra las emisiones, pero tampoco somos los peores.