El periodista gallego Nacho Carretero (1981) acaba de publicar Fariña, una historia de los narcos gallegos. Carretero explica cómo Galicia se convirtió en la puerta de entrada de la droga en Europa y cómo esto afectó a la sociedad gallega. Los protagonistas reales de esta obra son los narcos: los Charlines, Laureano Oubiña, Sito Miñancos... Al analizar quiénes son los narcos y cómo hacen y hacían sus negocios, Carretero pone de relieve, también, las conexiones entre el narcotráfico y las instituciones y los partidos políticos españoles. Según el periodista gallego, mientras la DEA denunciaba el narcotráfico gallego: "Autoridades, empresas y políticos patrios silbaban mirando al cielo".
Complicidades políticas
No hay la menor duda de la complicidad de autoridades gallegas, a nivel local y comarcal, con los narcos: Pablo Vioque convirtió la Cámara de Comercio de Vilagarcía de Arousa en una organización mafiosa y José Manuel "Nené" fue alcalde de Ribadumia, por el PP, durante 18 años... Las sospechas también alcanzan a las altas autoridades gallegas: se hicieron públicas fotos del presidente de la Xunta, Núñez Feijoo, con el narco Marcial Dorado, en el yate de éste; incluso se sabe que ambos mantuvieron conversaciones telefónicas cuando se investigaba al narco. Carretero no asegura si los partidos, a nivel estatal, estuvieron implicados en este asunto: "No se sabe hasta dónde hubo connivencia, pero planea el fantasma de la narcopolítica". Destaca que Manuel Fraga era amigo personal del contrabandista Vicente Otero, pero apunta que Mariano Rajoy, en sus tiempos en el PP gallego, trató de desvincular al partido de los narcos e incluso se enfrentó a Fraga por ello.
Jueces y guardias civiles bajo sospecha
Ni siquiera los jueces y las fuerzas de seguridad se libran de las sospechas de complicidad con el narcotráfico. En 1986 el gobierno español negó la extradición a Estados Unidos de algunos narcos colombianos, implicados en un desembarco en Galicia. Se les envió a Colombia donde fueron liberados al poco tiempo. Más tarde afirmarían haber contado con la complicidad de los jueces y políticos españoles. Tampoco es mucho más claro el papel de las fuerzas de seguridad en la lucha contra el narcotráfico. "Con la Guardia Civil no se podía contar" explica un juez de la época en Fariña. Durante mucho tiempo las organizaciones antidroga, en Galicia, se hacían sin ninguna notificación a los cuarteles y comisarías gallegos, para evitar filtraciones. Todos los agentes se tenían que traer de fuera de la región.
La escalada
Según Carretero, el narcotráfico apareció en Galicia porque allí se daban las condiciones idóneas: una costa larga y recortada, una sociedad empobrecida y marginada por las instituciones, y una larga tradición de contrabando. El contrabando durante la posguerra había tenido connotaciones positivas para la sociedad, ya que garantizaba la llegada de alimentos y productos básicos. El contrabando de tabaco americano, que se extendió en los años sesenta y setenta, no era percibido como un peligro por la población, sinó que gozaba de amplias simpatías populares. Fue el contrabando de tabaco el que desarrolló las técnicas de desembarco clandestino. Así, en los años ochenta fue muy fácil pasarse a la droga, pues las técnicas de transporte ya estaban desarrolladas. Los miembros jóvenes de los clanes de contrabando de tabaco se pasaron a la droga para aumentar sus beneficios.
Fariña, farlopa, perico, merca, yeyo...
Los Charlines salían del contrabando de chatarra, se pasaron al tabaco y terminaron de enriquecerse con la droga. Como ellos, otros clanes de narcos salieron de pequeños negocios de zonas marginadas de la Galicia rural. En un principio el tráfico privilegiaba el cannabis. Pero fue el acuerdo con las redes colombianas de tráfico de cocaína lo que permitió a los narcos multiplicar exponencialmente sus ingresos. Llegaron a trabajar con los principales actores del tráfico a nivel mundial, como Pablo Escobar, pero también colaboraron con grupos paramilitares como las Autodefensas Unidas de Colombia.
Pero muchos gallegos veían eso como normal: "En las Rias Baixas se normalizó el ver cómo un chico pasaba de trabajar en una frutería a conducir un deportivo de 200 caballos", se apunta en Fariña. "Mejor trabajar para los clanes que robar. Algo tendrán que hacer los chavales...", decían los vecinos.
Lujo sin límites
Los "señores do fume" (señores del tabaco) eran personajes míticos en Galicia: "millonarios, ostentosos, prepotentes, caciques y con conexiones a todos los niveles. Entraban en los casinos de las Rías Baixas estrechando manos, regaban las mariscadas con los mejores Albariños y conducían coches que solo se veían por la tele", escribe Carretero. Con la droga, su poder y su ostentación se consolidó: los grandes coches y las modelos de cuerpo escultural eran el emblema de los que trabajaban para los clanes de narcos. La Guardia Civil sabía cuando algún narco había conseguido una descarga exitosa, porque se apresuraba a invertir en coches y en lujos. Los grandes pazos eran los emblemas del triunfo en el mundo de las drogas.
Los grandes hombres de Galicia
Pero los narcos también ayudaban a los vecinos: "los narcos se ganaban a los vecinos pagando hospitales a los enfermos, sobornando equipos de fútbol, pagando fiestas, contribuyendo a las procesiones...", explica Carretero. Los vecinos los admiraban. Se creó una auténtica "narcocultura": cuando alguien tenía problemas, iba a visitar a los narcos. Como el dinero abundaba, los gestos eran generosos: los narcos llegaban a construir chalés a sus amigos y vecinos con la condición que reservaran un espacio para almacenamiento de drogas.
Clanes cerrados
La sociedad rural gallega es una sociedad muy cerrada, según Carretero. En los clanes, las solidaridades familiares y vecinales juegan un papel clave. Por eso las fuerzas de seguridad jamás consiguieron infiltrarse en los clanes. Y por eso era difícil encontrar delatores. Hubo narcotraficantes que permanecieron años huídos de la justicia viviendo en su propio pueblo, porque nadie los delataba. En el paso de los años ochenta y noventa los clanes derivaron en auténticas organizaciones mafiosas. "Eran más eficaces que la mafia", "por eso los colombianos se fían tanto de ellos".
Una Sicilia con pocos muertos
"Galicia, en cierta forma, fue Sicilia", asegura Carretero. El narcotráfico tuvo un papel clave en la economía de la zona, en un momento en que los chavales, participando de vez en cuando en algún desembarco, ganaban más que trabajando como albañiles. "Pero la diferencia básica fue que en Galicia hubo pocos muertos en reyertas violentas por el narcotráfico: 40 muertos frente a miles en Sicilia o en Nápoles". El factor principal de esta diferencia: "En Galicia había negocio de sobra. había poca población y entraba por allí toda la cocaína de Europa".
Gallegos contra el narcotráfico
Carretero habla de "narcotolerancia". Durante mucho tiempo la sociedad gallega no quiso ver las acciones de los narcos y no las denunciaba. Pero también recuerda que "la prensa gallega ha hecho un trabajo muy bueno contra el narcotráfico, y muchos periodistas trabajaron heroicamente, investigando a los narcos a pesar de las presiones y amenazas". Y, sobre todo, destaca que los padres y las madres de los adictos a las drogas tuvieron un papel destacado en el fin de la impunidad de los narcotraficantes. "En Galicia hay toda una generación perdida por las drogas", comenta, "el fenómeno de la heroína y del sida fue todavía más grave que en el resto de España". Pero los padres de los afectados se agruparon de forma muy valiente. "Fueron los primeros en organizar escraches, en la puerta de los pazos de los narcos". En realidad, para Carretero la sociedad gallega fue más contundente que el Estado:
Fue la sociedad gallega la que obligó a actuar a un Estado que hasta ese momento no había hecho nada contra el narcotráfico
Un periodista fascinado por los narcos
Carretero afirma que los narcos le provocaban una gran curiosidad y que desde muy joven empezó a coleccionar recortes de prensa sobre sus acciones. Carretero nunca había cubierto profesionalmente el tema del narcotráfico, aunque se ha dedicado a muchos temas: ha escrito sobre el ébola, sobre Siria, sobre Ruanda... Pero siempre admiró a los periodistas gallegos que trabajaban con el tema y tenía la idea de abordar el tema en un libro: "Sabía que tenía posibilidades. Por suerte, coincidí con la gente de Los Libros del K.O., y a ellos la idea les entusiasmó". A partir de aquí se lanzó a la búsqueda de testigos: policías, jueces, periodistas, narcos, vecinos, padres de muertos por sobredosis...
Conocemos a los que fracasaron
Un agente de policía confesó: "Sabemos a los que les ha salido mal. No sabemos a quiénes les salió bien". Carretero está convencido que la ambición perdió a muchos narcos. "Era gente ignorante, sin estudios, que de repente se convirtieron en multimillonarios", "muchos no pudieron dejarlo y lo perdieron todo. En esta escalada de ambición se suicidaron". Pero las fuerzas de seguridad están convencidas que algunos organizaron uno o dos desembarcos, se hicieron multimillonarios y se retiraron. Algunos de los ricos gallegos de hoy hicieron su fortuna con el narcotráfico. Hoteles, cafeterías e instalaciones industriales salieron de los desembarcos en la Costa da Morte: "Ha habido una normalización del dinero de la droga", asegura Carretero.
"No se debe olvidar lo que no ha terminado"
Carretero está convencido que el narcotráfico sigue, aunque se habla mucho menos de él. "La operación Nécora de 1990 obligó a cambiar el perfil de los narcotraficantes. Antes trabajaban con grandes organizaciones y eran muy ostentosos. Hoy en día trabajan con pequeñas organizaciones, muy cerradas, y esconden muy bien sus ingresos." Las fuerzas de seguridad se han mostrado mucho más eficaces persiguiendo el blanqueo de dinero que los desembarcos, y ésta ahora es la cuestión clave. Actualmente los narcos se reúnen poco con sus hombres. Tienen intermediarios, recurren a las nuevas tecnologías, evitan ser reconocidos. En definitiva: "adoptan costumbres sensatamente paranoicas". Pero Fariña nos recuerda que siguen actuando.