Este año hace 250 que se dictó la ley de prohibición de publicar en euskera. Corría el año 1766, y el conde de Aranda –un personaje relevante de la estrambótica Ilustración hispánica dominada por la Inquisición- saludó su nombramiento como presidente del Consejo de Castilla –que equivalía a decir primer secretario del Rey- proscribiendo el euskera del ámbito de las letras. La prohibición, paradójicamente, despertó el interés de la comunidad académica internacional. Y destacados intelectuales de su tiempo -como Humboldt, Rousseau, Voltaire o Bonaparte (el antropólogo)- le dedicaron una parte importante de su obra. La historia de los vascos daba un salto sustancial. Rebasaba los límites de la tradición oral y se convertía en objeto de estudio en los cenáculos académicos más relevantes y prestigiosos de Europa.
La tradición
La cosmogonía vasca –la religión ancestral de los vascos- explica que en la noche de los tiempos los hombres vivían aterrados por la eterna penumbra que cubría la tierra. Entonces suplicaron a Ama Lur (la Madre Tierra) que los protegiera de los espíritus malignos que habitaban en la oscuridad. Y Ama Lur engendró a Illaria (la Luna). Pero la claridad, todavía, no era suficiente, y los hombres continuaban sometidos al imperio del terror. Fue así que le suplicaron más luz, y Ama Lur engendró a Eguzkia (el Sol). El ciclo existencial ganó el equilibrio entre la claridad y la oscuridad, entre el bien y el mal. Entre Egunekoak (las mañanas), símbolo de la luz y de la vida, y Gavekoak (las noches), símbolo de la tiniebla y de la muerte. Y en medio, Itsasgorriak –Sol rojo- (los atardeceres) símbolo del tránsito del bien hacia el mal, de la vida hacia la muerte.
Esta fantástica –y maravillosa- historia tiene la particularidad de que presupone el origen de la humanidad en el solar de los vascos. Y, automáticamente, otorga a los vascos una naturaleza primigenia. Una historia que explica, también, que desde una época muy lejana –probablemente hace tres mil años- los vascos ya tenían conciencia de ser la comunidad humana más antigua del mundo conocido. Ama Lur y Suugar son en esta cosmogonía los padres primigenios. Y con sus hijos Miquelatz y Atarrabi (la personificación del bien y del mal) nos recuerdan a los personajes de la familia primigenia cristiana que, también, de una manera metafórica aspiraban a explicar el origen de la humanidad. La religión, en la antigüedad, como el discurso que explica el misterio de la vida y de la muerte. En las doce tribus de Israel y en la nación de Euskal Herria.
20.000 años
Lo cierto, sin embargo, es que no iban demasiado desencaminados. Todos los estudios llevados a cabo desde la Ilustración hasta la actualidad confirman que los vascos son el pueblo más antiguo de Europa. Asentado en los Pirineos hace 20.000 años son –en la actualidad- la evolución del primer hombre europeo moderno. El señor Cro-magnon. Y señora, por supuesto. Unos individuos de hábitat seminómada y de actividad cazadora y recolectora, que tenían la misma apariencia física que nosotros. Pero eso, en ningún caso, confirma lo que ha sido –durante muchos años- uno de los dogmas del vasquismo cultural y político. El mito del Rh negativo. Los vascos actuales son el resultado de la raíz originaria con las aportaciones posteriores de otros pueblos y culturas similares. Cuando menos, otros pueblos que influyeron de una manera más o menos decisiva en la construcción de la cultura vasca.
Cuando los romanos conquistaron la península, los vascos ya estaban sedentarizados, y ocupaban los Pirineos desde Andorra hasta el Atlántico
Hace poco más de 2000 años –hacia el 200 antes de Cristo- los romanos iniciaron la conquista de la península Ibérica. En aquel momento el territorio peninsular estaba fragmentado en una cincuentena de pequeños Estados. Unos de cultura ibérica y etnia mediterránea. Otros de cultura céltica y etnia atlántica. Otros de cultura celtibérica y etnia centroeuropea. Y finalmente los vascos, que no estaban encuadrados en ninguno de los grupos. Y a menudo estaban enfrentados en guerras de pillaje. En el territorio de la futura Catalunya –la que surgiría mil años más tarde- había un poco de todo. Entonces los vascos ya estaban sedentarizados, y ocupaban los Pirineos desde Andorra hasta el Atlántico. Los romanos, en el proceso de conquista, practicaron las políticas de enfrentamientos entre vecinos, con el resultado que todos sabemos. Y los vascos, que estaban enfrentados con todo el mundo, se convirtieron en los grandes aliados de Roma, y en los principales beneficiarios de la conquista.
La expansión
Completada la dominación les recompensaron con tierras de los vecinos –antiguos enemigos- que no habían tenido el acierto escoger lo que convenía. La celebrada astucia de los vascos. Los romanos deportaron a la población autóctona y el valle alto del Ebro pasó a ser vasco. Y allí se mestizaron con colonos y ex-legionarios romanos –los dueños de verdad- procedentes del sur de la península Itálica. En las tierras actuales de Tudela, de Calahorra, de Logroño, de Haro y de Miranda, durante siglos coexistieron el latín y el euskera. Uno como la lengua del poder y la otra como la lengua de la calle. Pero con el paso de los siglos el latín se acabó imponiendo. La famosa disglosia. O auto-odio. Y pasado el año 1000 el latín vulgar era la lengua mayoritaria entre los vascos de la Rioja, de Burgos y de Cantabria. Un latín bajo que se acabaría convirtiendo en castellano. Un fenómeno que resultaría decisivo para hacer desaparecer la identidad vasca en aquellos territorios.
Poco más o menos pasó en el otra lado de los Pirineos. En tiempo de los romanos –e incluso más tarde- los vascos llegaron hasta Burdeos. Con el permiso de Roma, por supuesto. Allí se mestizaron con los autóctonos, que eran pueblos galos derrotados y sometidos a la brutalidad romana. Astérix y Obélix humillados por la Loba Capitolina. Allí, los vascos se establecieron como patrones. Un peldaño a medio camino entre la élite romana y la plebe autóctona. El origen de la palabra "charnego" –que tantas veces ha sido frívolamente utilizada- viene del resultado de la unión entre el heredero de un Enneco y la heredera de un Abraracúrcix. Durante siglos el euskera se esparció y creció. Hasta que pasado también el año 1000, el latín vulgar lo devoró y se convirtió en el gascón –una variante del occitano que sería importantísima en la formación del francés. También en este caso la pérdida de la lengua representaría una amputación de la Vasconia histórica.
Vasconia y Euskal Herria
Este claro movimiento de contracción nunca impidió las relaciones entre la Vasconia que resistía –lo que hoy conocemos como Euskal Herria, y la Vasconia que se diluía –la histórica-. Al contrario. A partir de la centuria de 1500 los puertos de Bilbao, Bermeo, Lekeitio, Ondarroa, Donosti, Pasaia, Lohitzune (Saint Jean de Luz) y Baiona (Bayonne), se convirtieron en la puerta de entrada y salida de toda la actividad económica que se generaba en la Vasconia histórica. El centro de gravedad de lo que había sido la gran Vasconia. Bilbao se llenó de comerciantes de vino de la Rioja y de lana del norte de Castilla. En Donosti y en Pasaia pasó lo mismo con los carpinteros de ribera (constructores de barcos) que procedían del país de Bearn –y que hablaban occitano-. Y Baiona, que se había occitanizado, recuperó su identidad euskaldún al acoger a los judíos de Vitoria expulsados con el edicto de los Reyes Católicos.
Ha llovido mucho desde que Humboldt se sorprendió –e incluso entusiasmó- con las celebraciones de Juntas bajo la copa del Árbol de Gernika. Y que proclamó que "era la forma más perfecta de democracia". Han pasado muchas cosas. La Revolución Industrial que, a finales de 1800, llevó a la ría de Bilbao a miles de trabajadores gallegos, leoneses y castellanos. La explosión del sector turístico, a mediados de 1900, que llevó a la costa de Biarritz a miles de trabajadores gascones, peitavinos y bretones. Miles de personas que pasaron a formar parte de una realidad histórica y cultural milenaria. Una nueva sociedad más rica y más plural que ha hecho suyas –desde siempre- las nuevas formas sin olvidar las viejas raíces. Y que mira con valentía y decisión su futuro. Honrando aquel viejo proverbio vasco que dice "non gogoa, han zangoa"; que significa que "hacia donde imaginan tus pensamientos, andan tus pasos". Hace 20.000 años.