Ramon Alberch (Girona, 1951) es uno de los máximos expertos en archivística de Catalunya. Participó en la fundación de la Asociación de Archivistas de Catalunya. Fue director del Archivo Municipal de Girona, archivero jefe del Ayuntamiento de Barcelona (1989-2004) y subdirector de Archivos y Gestión Documental de la Generalitat de Catalunya (2004-2010). Actualmente está jubilado, pero ocupa la presidencia internacional de Archivistas Sin Fronteras y continúa involucrado en tareas de cooperación en materia archivística. Da clases a la Escuela de Archivística de la Universitat Autónoma de Barcelona y en varias universidades americanas. Es autor de numerosas publicaciones sobre archivos y sobre gestión de la documentación. Con motivo del Día Internacional de los Archivos, que se celebra el 9 de junio, es entrevistado por El Nacional. La entrevista tiene lugar en la Casa de la Ardiaca, la sede del Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona, un lugar que Alberch conoce muy bien.
El mundo está cambiando a todo ritmo. ¿Cómo prevé que sean los archivos del futuro?
El mundo de los archivos, que había pasado mucho tiempo con pocos cambios, se está transformando a toda velocidad. Ahora hay dos cambios radicales en el mundo de los archivos: la administración electrónica y las políticas de acceso y de transparencia. Nos tendremos que acostumbrar a que en el futuro todos los documentos serán electrónicos. Ya no habrá papel: todos los expedientes serán electrónicos...
Un pergamino puede durar 1.500 años, un documento electrónico no tiene la conservación garantizada
¿Eso facilitará la tarea de archivo de toda la documentación?
La introducción de la administración electrónica implica toda una problemática tecnológica muy compleja. Este cambio supone un cambio de cultura administrativa, un cambio en la metodología y también un cambio en la manera de conservar las cosas. Un pergamino puede durar 1.500 años, un documento electrónico no tiene la conservación garantizada. No sabemos si de aquí a 10 o 15 años tendremos los medios para leerlo. Esto nos plantea muchos interrogantes.
El volumen de información que se llega a generar hoy en día es increíble. ¿Será posible gestionarla?
Hay un americano que dice que ahora viene el segundo diluvio, tras el primero, el de Noè: el diluvio de las informaciones. Ahora tenemos el trabajo de depurar lo que denominan evaluación documental: determinar qué documentos que producimos ahora tendrán valor en el futuro, valor histórico, cultural, social, jurídico... El resto serán destruidos. Los archivistas tendremos un gran poder: decidiremos lo que sabrán en el futuro sobre nosotros, porque no tenemos capacidad para guardar todo aquello que se produce.
Hoy en día ya se empieza a pensar que es más caro un archivo digital que uno en papel
¿No es más fácil guardar los documentos digitales que los documentos en papel?
Es un espejismo pensar que aquello que guardamos en soporte electrónico es gratuito o fácil de guardar. Hoy en día ya se empieza a pensar que es más caro un archivo digital que uno en papel. En el archivo en papel haces una inversión fuerte y después es muy sostenible, en cambio en un archivo digital hace falta una inversión continua para poder migrar los soportes, los formatos, la tecnología... Hoy en día ya hay problemas para conservar una documentación que se guardó hace 20 años en disquettes.
Ahora hay grandes bases de datos privadas donde se depositan fondos públicos. ¿Cómo afecta a eso a la preservación de la documentación, a su seguridad y a su consulta?
Hoy en día hay empresas privadas que ofrecen sus servicios para almacenar datos, porque es una tarea compleja que algunas administraciones tienen problemas para asumir. Los grandes centros de datos, en el futuro, probablemente estarán gestionados por empresas, pero la cuestión básica radica en establecer cómo se tendrían que guardar los documentos públicos en centros que están gestionados por empresas privadas. Se tendrían que establecer unas medidas de seguridad, de protección de datos. Los bienes documentales públicos que están en manos privadas tienen que estar preservados a todos niveles y no se tiene que permitir que se exploten los datos depositados sin la autorización de su propietario. Tendríamos que ser muy cuidadosos en este tema.
¿Cómo garantizar que la información que tiene que ser confidencial, como la que afecta a la intimidad de las personas, permanezca secreta? Supongo que eso debe ser ahora un problema grave.
Actualmente hay muchas normativas sobre seguridad. Hay normas españolas y europeas, hay mucha producción normativa, pero su aplicación no es tan clara. Hace falta establecer un sistema de roles y permisos, determinar quién tiene acceso a cada tipo de información y limitar la accesibilidad a datos sensibles. Eso es básico para salvaguardar datos médicos, datos íntimos, datos que afectan a la seguridad nacional... Este sistema de permisos, si se hace bien, puede ser un aliado a la confidencialidad. Pero hay que hacerlo bien, y eso no es tan fácil.
Los cuerpos de seguridad, los cuerpos de inteligencia y el ejército han sido apartados del control democrático
¿En el Estado español, está garantizado el acceso de los ciudadanos a la información que les puede interesar?
En el Estado español hay una ley de secretos franquista. Hay una cantidad ingente de información sustraída al escrutinio público. A instancias del PNV se creó una comisión para establecer una nueva normativa, pero esta comisión no funciona, porque entre el PP y Ciutadanos fueron aplazando su convocatoria. La ley es franquista en su concepción: los cuerpos de seguridad, los cuerpos de inteligencia y el ejército son un mundo aparte en tema de archivos, han sido apartados del control democrático.
Las leyes de transparencia se interpretan de forma muy restrictiva para impedir el acceso a documentación de gran valor político y social
¿Eso afecta a documentación reciente, o también a documentación histórica antigua?
Hace unos días le pidieron la desclasificación de unos documentos de la guerra civil a la ministra Cospedal, y ella alegó que no se podía hacer porque se tenían que revisar todos los papeles, uno a uno, para preservar datos que pueden afectar a la intimidad de las personas citadas. Argumentó, sencillamente, que eso no se podía hacer por falta de recursos. De esta forma, un gran número de documentos del franquismo están escondidos y no pueden acceder a ellos ni los historiadores, ni los periodistas, ni los simples ciudadanos. Las leyes de transparencia se interpretan de forma muy restrictiva para impedir el acceso a documentación de gran valor político y social. Hay una parte de la información que tienen las instituciones que ha sido sustraída al escrutinio público, y eso no es normal.
¿Qué se tiene que hacer para modificar esta situación?
Algún día se tendrá que debatir por qué la ley de protección de datos, que era tan garantista, con su interpretación se ha convertido en un obstáculo en el acceso a mucha información. Nos tenemos que preguntar qué tenemos que hacer para que esta ley no sea reutilizada con intereses perversos.
Durante la transición tuvieron muy claro que la destrucción de documentos era un paso hacia la impunidad
¿Es cierto que en España hubo una destrucción documental a gran escala al final del franquismo para encubrir a los cómplices de la dictadura?
Sí, eso está demostrado: en los años tras la muerte de Franco, documentación del Movimiento, de la Falange, de los gobiernos civiles y de presos políticos, fue eliminada. Hoy en día casi no queda ningún dato de este periodo. Durante la transición tuvieron muy claro que la destrucción de documentos era un paso hacia la impunidad. Hay directrices del Ministerio del Interior de la época que ordenaba destruir documentos, alegando que no tenían utilidad administrativa. Pero actuaban de forma cínica, ya que tenían muy claro que tenían utilidad histórica. De esta forma se ha pasado del franquismo a la democracia, sin juicios a los represores.
Usted, como subdirector de Archivos de la Generalitat, estuvo implicado en la devolución de los documentos retenidos en el archivo de Salamanca. ¿Lo que se ha devuelto, es todo lo que hay?
En mi época como subdirector de Archivos de la Generalitat se fue devolviendo, ni que fuera por vía judicial, lo que fuimos reclamando del Archivo de la Guerra Civil de Salamanca. La gran asignatura pendiente es tener conocimiento de lo que hay en los archivos militares, que se mantienen al margen de la administración y del funcionamiento archivístico. Podrían tener muchas cosas, pero es pura especulación, porque no tenemos acceso a saber lo que guardan. Cuando yo estaba en la Generalitat se descubrió que en el Gobierno Civil de Barcelona había documentación de algunos ayuntamientos republicanos de la provincia. No sabemos la magnitud de eso, porque no nos ofrecen información.
Los colombianos han tenido claro que el trabajo de archivo es clave para la reconstrucción del país
Hay países donde no se ha dado este proceso de ocultación de los documentos con el fin de ocultar la historia.
Yo ahora trabajo mucho en América Latina, y colaboro sobre todo con el Centro de Memoria Histórica de Colombia, para hacer trabajo sobre el proceso de paz. Los colombianos han tenido claro que el trabajo de archivo es clave para la reconstrucción del país. Y se quiere usar los archivos para aclarar la verdad, para garantizar la justicia, para proceder a la reparación de las víctimas y para garantizar que eso no volverá a suceder. Los colombianos están decididos a enseñar a la gente a que la violencia acaba siendo siempre un camino equivocado, y se hace una tarea inmensa para difundir una cultura de la paz. Y los archivos se han abierto para colaborar en el proceso de paz.
Supongo, que, a pesar de todo, en los archivos del Sur tiene que haber muchas dificultades para asumir la transición digital...
La asignatura pendiente, en el Sur, es asegurar la conservación de la producción digital que hacemos ahora. No tienen garantías de que se pueda conservar un documento digital del 2017. Como es un problema de legislación, metodología y tecnología, en buena parte también es un problema presupuestario. Cuando las economías son débiles, la preservación es muy difícil. En muchos países se hacen procesos administrativos electrónicos, pero finalmente todo se edita en papel y se guarda en papel. Las inseguridades que todavía ahora plantean los sistemas tecnológicos han frenado mucho el avance de las nuevas tecnologías y la gente acaba asegurándose de que las cosas pervivirán mediante el papel. Eso acabará por cambiar, pero todavía estamos en momentos de transición.