Lamentamos haber sido noticia estos días por el artículo publicado por el señor Jordi Galves en el periódico digital El Nacional, una expresión de la falta de respecto de una persona hacia nuestra ciudad y su gente. Aunque pueda molestar a algunas personas, Cornellà sí es Catalunya, es la Catalunya real, la plural y diversa, la de la convivencia y la de la tolerancia, la que quiere vivir y convivir en paz, la que no quiere que dividan, ni tampoco que la utilicen con intereses políticos.
Discrepar políticamente sí, respetarla también. Ha quedado claro que este artículo habla desde el desconocimiento, la visión obtusa y personal de la realidad, la irresponsabilidad y el sectarismo. Muchos ciudadanos y muchas ciudadanas se han sentido ofendidos por este artículo, y así nos lo han hecho saber.
Señor Galves, quiero decirle que no vale todo para defender y justificar un sentimiento identitario y una ideología. No vale faltar a la verdad. Por este motivo le quiero decir que en Cornellà de Llobregat bailamos sardanas, sevillanas, jotas manchegas, y extremeñas, hacemos castells, ball de bastons y ballets, tocamos tabals, gralles, gaitas y guitarra flamenca. Hablamos catalán y castellano, también amazig, y muchas otras lenguas, como el resto de Catalunya. Somos una ciudad que vela por la igualdad de oportunidades en el acceso a la cultura y a la educación pública, desde el respeto a la diferencia y la tolerancia.
Quiero recordar que estamos en los libros de historia por varios motivos. Uno de ellos por las luchas obreras en defensa de mejores condiciones de vida, al mismo tiempo que en defensa de la democracia y las libertades en los años 70 del siglo pasado. Esta ciudad milenaria –tenemos importantes restos arqueológicos romanos y paleocristianos-, en los años 50 y 60 se convirtió en tierra de acogida para miles y miles de personas llegadas de todas las provincias del estado. Estos nuevos catalanes vinieron a trabajar, y a buscar oportunidades para sus familias, mientras en las fábricas también luchaban por mejorar sus barrios, para dotarlos de escuelas y de centros de salud, de calles asfaltadas y de parques infantiles. Era gente obrera comprometida y pronto cogieron la bandera de las libertades, de la democracia y del combate contra la represión franquista. En las huelgas generales de los últimos años de la dictadura, estos mismos obreros gritaban libertad, amnistía y estatut d'autonomia para la Catalunya que los acogió. Era la fuerza del movimiento obrero de Cornellà. Muchos sufrieron represión y prisión. Seguramente, su integración y la voluntad de superación personal fueron la causa de que en los años 80 y 90 sus hijos y sus hijas llenaran las aulas de las universidades catalanas. Sin duda influyó que Cornellà encabezara el listado de municipios que aplicaron la Llei de normalització lingüística aprobada por el Parlament de Catalunya en 1983, y la inmersión lingüística en las escuelas. A modo de ejemplo de lo que también es nuestra ciudad, para integrar a la nueva migración nacía, el año 2002, el voluntariado por la lengua, con miles de participantes y de parejas lingüísticas hasta el día de hoy.
Las 400 entidades inscritas en el registro municipal demuestran la riqueza cultural y la vida asociativa de nuestro municipio. Todo eso y mucho más es Cornellà de Llobregat, acogedora y tolerante, y lo seguiremos siendo aunque alguien quiera ofendernos desde el sectarismo. Como dice el profesor Francesc Torralba, "los valores son la riqueza intangible de una ciudad", y Cornellà es rica en valores. Invitamos a quien quiera a venir a conocerlos.
Rocio García Pérez es teniente de alcalde y concejala delegada del área de Cultura e Igualdad del ayuntamiento de Cornellà