Un político como Dios manda tiene que exhibir muchas dosis de picardía, convicciones y dignidad, un notable talento por el arte de sobrevivir, un poco de cinismo, unas gotas de vergüenza y algunas pizcas de intereses. Cuando la progresión de mayor a menor virtud se invierte y la inteligencia se convierte en cautiva del afán, la cuota de hipocresía necesaria que necesita un buen líder flota hasta límites risibles. Así le ha pasado a Santi Vila, un conseller que tenía tanta estima por sus compañeros encarcelados que tuvo la dignísima gentileza de pasar una noche con ellos en el trullo (cuando salió le faltó tiempo para correr y explicar a la prensa española lo acojonado que permaneció aquellas horas, pobrecito mío); también Ramon Espadaler, antiguo capataz de la fallida Unió, que como ya saben ha demostrado que es posible pasar de demócrata cristiano a socialista con un clic de ojos casi imperceptible.
Ayer la red hervía recordando antiguos tuits de Espadaler, para escarnecer su triple moral. Mi favorito es este: "Reconocer Catalunya como sujeto político es algo innegociable para @unio_cat. He ahi (sic) una diferencia esencial entre nosotros y el PSC". Porque olvidar quién es el sujeto político al que se defiende en su vida política no es una exclusiva de Espadaler. De hecho, nuestro amadísimo virrey Enric Millo había votado muchas veces a favor de la soberanía de la nación catalana en el Parlament, cuando era un duranista más de Unió: tiempo más tarde, por desgracia, la memoria le cortocircuitaría y acabaría erigiéndose en caudillo de la policía armada en Catalunya, promoviendo a su vez el ataque con porra a la osamenta de nuestras padrinas. Esto de poder cambiarte de marco político de referencia como quien pide tanda en el hospital para mutar los genitales es una auténtica ganga...
Ramon Espadaler, antiguo capataz de la fallida Unió, ha demostrado que es posible pasar de demócrata cristiano a socialista con un clic de ojos casi imperceptible.
Los tuiteros indepes erran el tiro cuando recuerdan la firmeza de convicción a Espadaler, porque nos encontramos ante un político con la única intención de sobrevivir. Sólo así se puede llegar a entender que, desafiando el principio aristotélico de no contradicción, Espadaler afirmara ayer en casa de Basté estar en contra de la pervivencia del artículo 155, un artículo que no sólo ha ayudado a encerrar a sus antiguos compañeros de trabajo, sino que (¡¡¡abracadabra!!!) ha sido implementado escrupulosamente por sus nuevos compañeros de viaje. Pero la cosa vale también para Miquel Iceta, a quien le debe parecer la mar de normal cohabitar con políticos que durante su trayectoria han estado bien lejos de ser amables con las reivindicaciones de los derechos de los homosexuales. Pero ya se sabe, Miquel, que una vez te has hecho un selfie con Albiol, eso de la dignidad es algo para los otros.
El fichaje de Espadaler, no obstante, es una buena noticia, ya que pone de manifiesto de una forma evidente como el autonomismo de Convergència i Unió alimentaba los anhelos de los catalanes para castrar posteriormente la soberanía real. Que el antiguo dirigente de Unió acabe en el PSC tiene toda la lógica del mundo: cuando se trata de sobrevivir y de seguir cobrando (y secar la deuda del partido, de paso), la ideología y la vergüenza son lo de menos. ¡Bienvenido al socialismo, querido antiguo conseller!