Eduardo Inda fue de invitado a la tertulia del locutor Jiménez Losantos. Y el usuario @berlustinho ha aprovechado para colgar en Twitter su afirmación relativa a la situación de violencia que vivimos en Catalunya, la comparación que hizo con los asesinatos de ETA y su ya mítica frase: "Bueno, ETA tampoco mató a tantos jueces y fiscales". Y de paso ha añadido en el paquete otras afirmaciones pacifistas del mencionado locutor y de un militar retirado que se arrastra por los medios hiperventilados repletos de gente que cada día sale de casa con unos calzoncillos 4 tallas pequeños y forrados de ortigas:
Dice @eduardoinda que actualmente en Cataluña hay más violencia que cuando en Euskadi asesinaban jueces y fiscales.
— Ber (@Berlustinho) 16 de febrero de 2017
ADJUNTO LAS PRUEBAS pic.twitter.com/TfiDgzyFU7
Como es evidente, responder a Inda es una pérdida de tiempo tan sideral que no vale la pena dedicar ni un solo neutrino de nanosegundo (si es que esta medida existiera). Eso, sin embargo, no impide describir y etiquetar esta táctica que nos llega estrechamente relacionada con las declaraciones de ayer de Josep Piqué, que tampoco hay que contestar porque sería darle importancia a quien a partir de ahora ya no la merece. Se las recuerdo: "Si un fascista es el que no admite la discrepancia, en Catalunya me da la impresión que tenemos demasiados fascistas".
La estrategia es hábil. Está ya muy vista, pero es muy efectiva. Precisamente la inventaron los nazis, estos con quien el unionismo radical tiene tanta afición a relacionarnos sólo por el hecho de ser catalanes. Consiste en que, para crearte un enemigo a quién destruir, tienes que repetir contra él una mentira muchas veces hasta que parezca verdad. Una vez conseguido eso, ya tienes la excusa perfecta para defenderte de una forma tan vehemente como victimista de la supuesta agresión que has creado tú mismo.
No es casualidad que esta semana nos caiga cada día en la cabeza una cagadita, que de hecho no deja de ser la repetición de la misma excreción en forma de fabulación interesada. Un día puede provocarla una sobredosis de nicotina, otro el afán de protagonismo mezclado con una intoxicación de almendras y el siguiente un pago en especies a los favores recibidos y a los que se espera seguir recibiendo.
Total, que esta sociedad violenta, fracturada, llena de odio y de nazis que van por la vida asesinando a gente fue, por ejemplo, la que el sábado pasado organizó un concierto a favor de los miles de personas de todas las edades y condiciones que huyen de la guerra y a quien los estados europeos condenan a morir en medio del mar, a malvivir en campos de refugiados y a sufrir el rigor del invierno como si fueran animales.
Total, que esta sociedad violenta, fracturada, llena de odio y de nazis que van por la vida asesinando gente hizo el sábado una cosa que no me consta que haya hecho la sociedad bucólica, cohesionada, feliz y que supura democracia. ¿Dónde está la solidaridad y la humanidad de esta arcadia feliz que representan y defienden las hipernicotinizadas, los profesionales de la invención y la intoxicación y los estómagos agradecidos que lo quieren seguir siendo? ¿Alguien las ha visto? ¿Alguien las conoce?
¿Están seguros que una sociedad violenta, fracturada, llena de odio y de nazis que van por la vida asesinando gente organizaría un concierto a favor de quienes en este momento forman el grupo social más olvidado y desvalido y que llama desesperadamente a la puerta de nuestra casa suplicando que les dejemos sobrevivir? ¿Sí? ¿Seguro? Si eso fuera así, ¿no sería una gran contradicción?
Pues bien, esta sociedad violenta, fracturada, llena de odio y de nazis que van por la vida asesinando a gente, llenó el sábado pasado el Sant Jordi y este sábado llenará las calles de BCN pidiendo una cosa tan sencilla como es un poquito de humanidad y un mundo más justo. Que, en definitiva, es lo mismo que está pidiendo pacificamente desde hace 5 años esta sociedad violenta, fracturada, llena de odio y de nazis que van por la vida asesinando a gente.
Y en el otro bando, como siempre, los que no quieren que nada cambie, los que no quieren perder su estatus, los que tienen horror a una situación diferente a la actual. Los defensores de su sociedad bucólica, cohesionada, feliz y que supura democracia, que es tan perfecta que asiste impertérrita al horror y a la muerte sin mover un solo dedo.
Claro, tienen demasiado trabajo pensando en cómo combatir de la manera más sucia posible a quien consideran a una sociedad violenta, fracturada, llena de odio y de nazis que van por la vida asesinando gente. Y sólo porque no piensan como ellos (y como ellas) y porque quieren tener derecho a intentar cambiar las cosas.