El 9-N fueron a votar a 2.344.828 catalanes. De todos los partidos y de todas las ideologías. Y la prueba es que 1.897.274 votaron sí-sí, 232.848 sí-no, 22.755 sí-blanco, 105.245 que no, 13.201 lo hicieron en blanco i 71.505 hicieron "otras aportaciones".
A causa del 9-N han sido inhabilitadas 3 personas y en breve será inhabilitada otra, Quico Homs. Sobre esta cuestión, poca solución hay porque las inhabilitaciones no pueden repartirse entre las 2.344.828 personas humanas catalanas que sí, que pudieron votar gracias al trabajo de muchas personas anónimas, pero por la cual quien ha pagado son únicamente estas cuatro.
Y, hablando de pagar, en la sentencia también está la parte monetaria. La multa para Artur Mas es de 36.500 euros, la de Joana Ortega es de 30 mil y la de Irene Rigau de 24 mil. Y aparte está la condena de pagar la mitad de las costas judiciales. Veremos la multa y las costas que le toque pagar a Homs, pero al fin y al cabo, es un dinero que tendrán que pagar de su bolsillo.
Pues bien, teniendo en cuenta que estas personas no actuaban como miembros de ningún partido sino de un conjunto de 2.344.828 personas humanas catalanas, pregunto: ¿es lógico que tengan que pagar sólo ellos (y ellas) 4 la broma? Lo digo desde la visión indepe, que se reclama transversal y plural. Es decir, si el 9-N se reivindica como la expresión de un pueblo y resulta que sólo hay cuatro personas individuales que tienen que pagar políticamente y económicamente por lo que se supone era de todos (y de todas), ¿quiere decir que no estamos ante una incongruencia? ¿Es de cuatro o es de todos? Pues si es de todos, lo afrontan todos, ¿no?
Cuando en el país tenemos dos organizaciones civiles muy potentes y capaces de convocar actos multitudinarios, ¿no sería lógico, y lo repito, en nombre de esta unidad repetidamente invocada, que organizaran un verkami (aquello que antes le llamábamos una colecta)? Es que si no, la filosofía del discurso me queda coja.
El 9-N es consecuencia del mandato expresado por una parte muy importante de la sociedad catalana, al frente del cual se pusieron unas cuantas personas, algunas de las cuales ahora han sufrido consecuencias personales por haberlo hecho. Lo más normal sería que esta misma sociedad ahora les correspondiera mostrando su solidaridad con un gesto que, además, sería la visualización de que estamos ante un movimiento compacto y solidario. La prueba de que vamos a una. Y que si van a por uno, van a por todos.
Es que si no la imagen que queda es como aquello de los entierros, donde todo el mundo va al tanatorio a abrazarte mucho y a animarte aún más, pero una vez vuelves a casa, quien se encuentra vacía la silla del muerto eres tú. Y mientras los de los abrazos en el tanatorio están en su casa siguiendo con una vida exactamente igual a la del día anterior, tú vas mirándote la silla y allí ya no hay nadie. Y te lo comes tú. Y los del tanatorio no están contigo.
Porqué, ¿dijimos que el Procés era de todos (y de todas), no?