2.344.828 ciudadanos se plantaron ante una urna y votaron. Era el domingo 9 de noviembre de 2014. El proceso participativo del 9-N contó con 41.000 voluntarios y fue la movilización democrática más grande que ha vivido la Catalunya moderna. En contraste con este ejercicio cívico y de afirmación democrática, esta semana se nos juzga por haberlo hecho posible, fieles al mandato electoral y parlamentario. Las instituciones del Estado han activado la vía penal como un castigo contra aquellos que, según su interpretación, tuvieron la osadía de desafiarlo. El Estado español no opta por la seducción. Niega el diálogo, activa la maquinaria judicial en vez de la negociación política, y promueve la guerra sucia siempre que le conviene.
Con este artículo que hoy se publica en prensa, queremos expresar tajantemente una realidad de presente y de futuro. Una posible sentencia condenatoria no destruirá nuestra vocación de servicio al país. Cada día, allá donde estemos, reafirmaremos los valores que han de perfilar una democracia europea del siglo XXI. En la última década, hemos visto el peor de los inmovilismos por parte del Estado y por parte de los partidos que han ostentado el Gobierno español: una sentencia del Tribunal Constitucional en contra del Estatuto y un centralismo continuo y gradual que nos lleva a la residualización como país. La respuesta catalana han sido cinco enormes y consecutivas movilizaciones inmaculadamente cívicas. Y tres convocatorias a la urnas para legitimar las decisiones del Govern de la Generalitat: elecciones al Parlament de 2012 con una mayoría de más de dos tercios a favor del derecho a decidir, el proceso participativo del 9-N y las elecciones plebiscitarias de 2015 donde se consiguió una mayoría absoluta de diputados a favor del Estado catalán.
Este lunes 6 de febrero de 2017 nos juzgan a todos los que fuimos a votar el 9-N
Son muchos los ejemplos de gran trascendencia histórica en los que la ley se ha modificado o adaptado para satisfacer las aspiraciones de la sociedad. Reivindicaciones sociales, raciales, de género, nacionales, etc. La historia está llena, porqué es así como evolucionan las sociedades democráticas. Diversos estudios demoscópicos coinciden en que casi un 80% de los catalanes desean participar en un referéndum como mejor herramienta para decidir cómo ha de ser la Catalunya que dejamos a nuestros hijos e hijas, nietas y nietos.
El Reino Unido acordó con Escocia celebrar un referéndum para que los escoceses decidiesen si optaban o no por una Escocia independiente. Lo mismo ocurrió entre Canadá y Quebec –concretamente dos veces- en 1980 y en 1995. Si España se mira en el espejo, verá unas instituciones políticas y judiciales diametralmente opuestas a Westminster y Ottawa. Ya no hay marcha atrás, Cataluña será lo que su gente políticamente decida. Queremos una Cataluña más próspera, más justa y solidaria, más culta y cívica. Y con más calidad democrática. Donde impere la separación entre el poder ejecutivo, el poder legislativo y el poder judicial. Los tres firmantes deseamos recordar que los nueve fiscales del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya emitieron un informe unánime en el cual negaban que en la organización y celebración del 9-N hubiese indicio de delito. De forma sorprendente, la Fiscalía General del Estado impuso su criterio jerárquico e interpuso una querella en nuestra contra.
El Estado y el Gobierno del PP quieren borrar la imagen de las largas colas, de familias, de diferentes generaciones esperando ordenadamente a ejercer el derecho democrático de votar. No encontraréis apenas ejemplos en el mundo, ni movimientos populares con el grado de compromiso, implicación, espíritu constructivo como el que está protagonizando Catalunya. Juzgándonos por el 9-N, quieren intimidar al president Puigdemont y al Govern de la Generalitat. Pero lo que realmente están haciendo es llevar a juicio a cada una de las personas que estaban detrás de los 2.344.828 votos. Este lunes 6 de febrero de 2017 nos juzgan a todos los que fuimos a votar el 9-N. Los que votamos Sí, Sí-No y No. A todos. El 32º presidente de los Estados Unidos de América, Franklin Delano Roosevelt, en su discurso inaugural dijo “The only thing we have to fear… is the fear itself” (La única cosa que debemos temer… es el propio miedo). El 9-N fue el primer gran acto hecho desde Catalunya para demostrar que no tenemos miedo.
Aspiramos a una sentencia absolutoria porque estamos plenamente convencidos de que no cometimos ningún delito
Aspiramos a una sentencia absolutoria porque estamos plenamente convencidos de que no cometimos ningún delito. Sin embargo, sea cual sea la sentencia, seguiremos al servicio del país. Catalunya puede aspirar a su libertad desde la fraternidad, sin ningún tipo de violencia y con una sonrisa en los labios. Como dice nuestro Cant de la senyera, “llum als ulls i força al braç”: luz en los ojos para atisbar el gran país que podemos construir si tenemos las herramientas que nos faltan; y fuerza en el brazo, como constancia y fortaleza para conseguir nuestros objetivos. Este 6 de febrero, demostremos que afrontamos este año decisivo con mayoría social, unidad política y movilización ciudadana siempre que sea necesario.
Artur Mas, 129º president de la Generalitat (2010-2016)
Joana Ortega, vicepresidenta del Govern i consellera de Governació (2010-2016)
Irene Rigau, consellera d’Ensenyament (2010-2016)