Jordi Pujol poco a poco sigue exhumando sus escritos inéditos y más recientes -en parte unas auténticas memorias escritas desde el dolor y el sentimiento de culpa- en el blog de la Associació Serviol. El último post que ha publicado habla del día que un hombre lo increpó ante el féretro de quien fuera alcalde de Santa Coloma de Gramenet Lluís Hernàndez -en la imagen-, hace ahora un año: "Usted ha hecho mucho daño a este país", le dijo el hombre. El expresidente de la Generalitat le dio la razón.
Lo llamaban "el cura rojo". Y Pujol cultivó una intensa relación institucional y personal con el sacerdote y miembro del PSUC y de ICV e incombustible alcalde de Santa Coloma entre el 1979 y 1991. La muerte de Hernández, el 20 de julio del 2015, golpeó a un Pujol que sacó fuerzas de su exilio interior después del escándalo de la fortuna familiar escondida en Andorra durante más de tres décadas para visitar el féretro de su amigo, instalado en el ayuntamiento colomense.
El expresidente explica que fue sin avisar a nadie y entró en la sala de plenos acompañado del rector Jaume Patrici Sayrach. Era uno de los religiosos que trabajaban en la Santa Coloma de los años setenta, una ciudad especialmente "desatendida", desde la vertiente social y de los servicios públicos, en medio del brutal crecimiento a consecuencia del alud migratorio, como muchas otras del después denominado "cinturón rojo" de Barcelona, y que Pujol conoció de primera mano.
Así describe Pujol la escena: "Entré en la sala de plenos acompañado de Sayrach. Estuve al lado del féretro, recé un Padre Nuestro, hice una breve meditación. Encontré a Hernández como rejuvenecido. Con un semblante sereno. Una cara que rezumaba paz." En aquel momento, relata el expresidente, un hombre se situó delante suyo, al otro lado del féretro, y lo"increpó":
"Le di la razón. Porque es verdad"
Me dijo que yo tenía que avergonzarme por lo que había hecho. Me dijo que había venido de Andalucía hacía más de cincuenta años, que era muy amigo de Hernández, que él –Lluís– sí que era un hombre ejemplar. Pero que yo había hecho mucho daño a este país. Alguien hizo como que quería hacerlo callar, pero yo hice un gesto para que no lo hicieran", explica Pujol.
Entonces vino la respuesta del expresidente: "Cuando pude hablar le dije que tenía razón. No me costó decírselo. Porque es verdad. También habría sido verdad que le hubiera dicho que también había hecho cosas positivas. Pero no tocaba recordarlo, ni mi fallo puede quedar borrado por lo que de positivo he hecho por Catalunya y por Santa Coloma. Yo no estaba en condiciones de reivindicar nada. No toca. Y tengo sentimiento de culpa."
Dos años de la confesión
Pujol explica que se sintió confortado por todo ello, aunque parezca extraño, dice: "Lo que había de positivo en aquella escena entre aquel hombre y yo y el propio muerto era el testimonio potente de honestidad y de amor al prójimo (para decirlo en lenguaje cristiano) de Hernández. Por eso lo que me salió fue claramente decirle que tenía razón con su crítica, y que yo lo asumía, pero que él y yo y Santa Coloma y todos juntos teníamos la suerte de haber tenido a una persona como Lluís Hernández."
Este lunes 25 de julio, día de Santiago, hará 2 años que Jordi Pujol hizo pública su "confesión". Y la voluntad de redimirse de su "culpa".