El aceite es un alimento imprescindible en la dieta mediterránea. Y en Catalunya hay cinco denominaciones de origen protegida (DOP) que hacen más evidente la importancia de este alimento en nuestra tierra.
Desde 2008, el oli de l'Empordà (aceite del Empordà) es uno de este aceites distinguidos por esta categoría. La DOP asegura la calidad del aceite que se produce en las dos comarcas ampurdanesas y en algunos municipios del Pla de l'Estany y el Gironès.
Son aceites de oliva virgen extra de tres variedades autóctonas y exclusivas (argudell, curivell y llei de Cadaqués) y una tradicional (arbequina), que van desde un color amarillo paja hasta un color verde. Son de una intensidad media y presentan un sabor a menudo amargo y picante, así como también tiene algunos aromas que recuerdan a la hierba recién cortada y a las nueces. La variedad mayoritaria y la que da personalidad a este aceite es el argudell.
Todas ellas se comercializarán con el sello correspondiente de la DOP Oli de l'Empordà.
Un aceite por cada una de las variedades
El aceite del Empordà tiene un aspecto claro, limpio y transparente. Tiene una complejidad notable, con aromas que recuerdan al hinojo, a la almendra y a los anises. El sabor y las sensaciones que desprende cambian según el fruto que lo ha producido. Las variedades argudell i corivell tienen un delicado equilibrio entre dulce y amargo, mientras que la variedad llei de Cadaqués da lugar a un aceite afrutado, maduro y con un cierto grado de picante.
Dos mil años de historia
Según las fuentes históricas y varias excavaciones arqueológicas, el cultivo del olivo y la producción de aceite de oliva se conoce desde hace más de 2.500 años. En el Empordà se ha podido asociar arqueológicamente a las civilizaciones griega y romana. Incluso se dice que la zona de Empúries podría haber sido proveedora de aceite de Atenas.
Las primeras muestras de olivo que se han encontrado en el Empordà fechan del final de la edad del bronce. Pero el cultivo del olivo y la producción de aceite se atribuyen a los griegos, que llegaron por mar en el siglo VI a.C. y fundaron las colonias de Empúries y Roses, que muy pronto se volverían dinámicos enclaves comerciales. Más tarde los romanos mantuvieron los cultivos y los monjes benedictinos los consolidaron, hasta llegar a la situación actual, con una extensión de más de 2.000 hectáreas de olivos y una producción de aceites de elevada calidad.
Cerca de los cerros y junto al mar
La privilegiada ubicación geográfica ampurdanesa, a caballo entre el mar Mediterráneo y los Pirineos, hace que el clima combine inviernos suaves, veranos no demasiado calurosos y la inevitable tramontana. Eso, junto con la geología característica del territorio, con granito, pizarras y arcillas, marca el carácter del aceite del Empordà.