10 años. 10 años de una de las imágenes más vergonzosas (y mira que tienen) protagonizada por un Borbón. 10 años que el rey Juan Carlos empezó su particular camino de pasar de ser visto como un rey campechano a un caradura, sivergüenza, indecente y miserable que va por la vida creyendo que puede hacer y deshacer lo que le salga del moño. 10 años que el emérito decidió hacer un safari a 8.000 kilómetros de distancia del país que reinaba y le reía las gracias, una escapadita con su amante Corinna Sayn-Wittgenstein y con un rifle. 10 años que lo vimos al lado de un elefante muerto.

"El final del reinado de Juan Carlos I comenzó a escribirse un 12 de abril de 2012 en Bostwana", escriben en OK Diario recordando una efeméride lamentable. "Fue la gota que colmó el vaso de una sociedad harta de ver cómo Su Majestad se entregaba a una vida de lujo y excesos mientras los españoles afrontaban la peor crisis económica de la democracia. Era como si Juan Carlos hubiese olvidado que era mortal, desafiando la voluntad de los dioses". Entonces, Juancar todavía se pensaba que estaba por encima del bien y del mal. Explica el medio que aquel día le dijo a la aristócrata alemana que "Hago lo que me da la gana porque para eso soy el Rey de España". Palabras que pronunció después de que el día antes hubiera cazado un enorme elefante en el delta de Okavango. La euforia de la cacería hizo que aquella noche se le fuera la mano con la fiesta y la bebida hasta altas horas de la madrugada: "El vino no faltaba porque Juan Carlos I se había llevado al safari todo un cargamento de botellas de Vega Sicilia y Alión. El Rey ya estaba bebido total. Se había pasado con el vino".

Corinna y Juan Carlos

Tropezó y al caer, se fracturó las caderas. Adiós a la fiesta y hola al calvario. Fue Corinna quien quiso acelerar el retorno a España de Juan Carlos cuando el jefe de seguridad del monarca le dijo preocupado: "El Rey se nos muere. Sufre una hemorragia interna". Y eso que unos minutos antes, Corinna estaba a punto para una excursión con su hijo en helicóptero, como le había recomendado el Borbón: “No te preocupes, haced la excursión en helicóptero para tomar fotos. Nos vemos más tarde”. Pero la cosa fue a peor y se encendieron las alarmas: "La parranda de la noche anterior en la que Su Majestad se había excedido con la bebida, sobre todo con el vino, y el golpe en la cadera tras pegarse un batacazo, colocaban la salud del jefe del Estado en una situación crítica". 

Juan Carlos / GTRES

El diario dibuja un perfil de Juan Carlos que ya intuíamos: "El monarca era un poseso en materia de la bebida y la comida. Daba instrucciones para que, en sus viajes, aunque fueran a África, nunca faltara jamón de bellota, tortilla de patata, latas con ventresca de atún y sardinas, entre otros alimentos". Lo más alucinante es que en el vuelo de vuelta a Madrid, con todo el dolor en las caderas, "no perdonó unas copas de vino". Incluso le tuvieron que llamar la atención al jefe de seguridad: "Uno de los pasajeros del jet le comentó a García-Mochales que convenciera al Rey para que dejara la bebida por si lo tenían que llevar directamente al quirófano, pero el jefe de Seguridad no se atrevió". Se ve que Corinna lo había intentado y recibió la soberbia del monarca: "Yo soy el Rey de España y hago lo que me da la gana". Después, operado, con resaca y ante todo el mundo, perpetró aquel "Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir".

Lo que no tendría que volver a pasar es que este personaje continúe cachondeándose de los ciudadanos.