40 años de reinado ha dado para que se escriban muchas anécdotas de Juan Carlos I. Fue un rey muy querido durante más de tres décadas, pero en sus últimos años su imagen sufrió un declive por sus polémicas, fraude fiscal, caza ilegal, entre otras. En su tiempo libre era cuando llevaba a cabo sus fechorías, eso cuando no estaba entretenido con sus amantes. El padre de Felipe VI siempre ha sido un mujeriego. Tenía relaciones esporádicas y algunas más estables, esa ha sido su verdadera perdición.
Y es que Juan Carlos fue un hombre muy atractivo y seductor. A día de hoy aún lo sigue siendo. Al emérito siempre le ha gustado cuidarse. Acude en secreto a clínicas de estética. En su última aparición en Sanxenxo, aquellos ciudadanos que le vieron participar en las regatas coincidieron en que estaba muy cambiado. Se le ve con buen aspecto y en buena forma.
Juan Carlos luce un aspecto más juvenil y luminoso gracias a un tratamiento de factores de crecimiento o plasma vivo en plaquetas. Un tratamiento de rejuvenecimiento facial muy efectivo que consiste en extraer el plasma de la propia sangre del paciente, centrifugarla para después volver a inyectarla en el rostro. De esta forma se estimula la formación de colágeno y elastina obteniendo una piel más tersa, luminosa y de calidad. Además, también se inyecta ácido hialurónico y colágeno.
Juan Carlos estaba obsesionado con su físico
En el año 2.000, cuando empezó una relación con Corinna Larsen, de quien estuvo profundamente enamorado hasta el punto de querer divorciarse de la reina Sofía, empezó sus tratamientos para estar más atractivo. Iba siempre a la Clínica Planas de Barcelona. "Está en un momento en el que quiera estar bien y muy guapo porque debe haber una nueva señora en el horizonte”, decía Pilar Eyre.
Es una de las mayores adicciones de Juan Carlos, pero no la única, porque también le gusta cuidar su cuerpo. Además de broncearse, también se depila. La estética siempre le ha preocupado y aunque se sometió a numerosos tratamientos para solucionar su alopecia no lo consiguió. En una época utilizó pelucas para tapar su falta de pelo. Sin embargo, todo el pelo que no tenía en la cabeza lo tenía en el cuerpo, incluso en la espalda, por ello decidió depilarse hasta que finalmente llegó el láser y se lo quitó para siempre.
Juan Carlos siempre ha tenido unas cejas muy pobladas, hasta el punto que le llamaban “el unicejo” cuando se proclamó rey, y decidió cortar por lo sano.