Iñaki Urdangarin y Cristina de Borbón han concluido el proceso de divorcio, tras dos años de intensas batallas legales con sus respectivos equipos jurídicos. Se anticipa la emisión de un comunicado oficial en los próximos meses para formalizar la separación. Ambos han emprendido nuevos caminos por separado, aunque parece que la infanta Cristina aún enfrenta dificultades para superar la ruptura.
La conciencia de los problemas matrimoniales de Cristina de Borbón surgió cuando Iñaki ingresó en prisión, observando la disminución de sus visitas a la cárcel de Brieva. A pesar de ello, mantenía la esperanza de resolver las discrepancias con su esposo. No obstante, Urdangarin ya había entablado una relación con otra persona durante su periodo de tercer grado, mientras trabajaba en un bufete de abogados, donde se enamoró de su colega, quien también atravesaba dificultades matrimoniales.
Después de la separación, Ainhoa Armentia y Iñaki Urdangarin han tomado la decisión de iniciar una vida en común. Arrendaron una residencia con opción a compra en una exclusiva urbanización de Vitoria, donde han establecido su hogar compartido. Conviven con los dos hijos adolescentes de la abogada, y aunque la relación entre ellos y el exduque de Palma ha mejorado, los hijos de Urdangarin aún muestran resistencia a conocer a Ainhoa.
La infanta Cristina no deja de poner obstáculos a Iñaki Urdangarin para que no triunfe su relación con Ainhoa Armentia
Iñaki Urdangarin ha finalizado su matrimonio con una compensación financiera sustancial. Ha obtenido dos millones de euros como indemnización por un libro que se le sugirió escribir y al que finalmente renunció, además de recibir una pensión vitalicia de 25.000 euros mensuales para asegurar su discreción. Sin embargo, ha perdido beneficios como su escolta y las visitas a lugares como Baqueira y Palma de Mallorca.
La prohibición de visitar Barcelona también se suma a las restricciones impuestas. Aunque puede desplazarse a la ciudad condal para ver a su hijo Pablo, no le está permitido establecerse allí, ni temporal ni permanentemente. A pesar de tener vínculos profundos en la capital catalana, incluyendo amigos y familia en Viladrau, la infanta Cristina evita cualquier encuentro con Urdangarin y prefiere que sus amistades compartidas con él no le mencionen. La estrategia es minimizar al máximo su presencia en su entorno.