Ainhoa Armentia y Iñaki Urdangarin han encontrado la paz después de una tormentosa batalla legal con la infanta Cristina. Durante dos años, enfrentaron una presión constante de los medios y reuniones con abogados. Pero finalmente, el divorcio se hizo oficial el pasado mes de enero, permitiéndoles iniciar una nueva vida juntos, lejos de los reflectores y las tensiones del pasado.
Desde que firmaron el acuerdo de divorcio, Iñaki y Ainhoa ha estado construyendo su propio nido de amor. Han alquilado una lujosa casa en una exclusiva urbanización de Vitoria, donde conviven con los dos hijos adolescentes de Armentia. Este nuevo hogar representa un nuevo comienzo para ambos, un lugar donde pueden dejar atrás las preocupaciones del pasado y mirar hacia el futuro con optimismo.
Ainhoa Armentia y Iñaki Urdangarin construyen una nueva vida en Vitoria llena de lujos
La relación entre Urdangarin y Armentia ha evolucionado positivamente en los últimos meses. Los hijos de ella han mejorado su relación con el exjugador de balonmano, lo que ha contribuido a fortalecer el vínculo familiar. Ahora, la pareja puede disfrutar de su tiempo juntos sin las restricciones que imponía el proceso de divorcio.
Aunque viven alejados del foco mediático, su estilo de vida extravagante no pasa desapercibido en Vitoria. Se les ve frecuentemente en restaurantes de lujo, realizando compras impulsivas y escapándose de fin de semana. Teniendo en cuenta la situación en la que se encontraba Urdangarin después de salir de prisión, cuando apenas tenía recursos para pagar un café, el nuevo escenario llama mucho la atención.
Sospechas en Vitoria
Se desprende de este panorama que Iñaki Urdangarin ha salido beneficiado con el divorcio de la infanta Cristina. En Vitoria, se murmura sobre el precio que Cristina ha pagado para poner fin a su matrimonio con Urdangarin. La percepción general es que él ha salido beneficiado económicamente. Y mucho. Cobran fuerza las informaciones de Juan Luis Galiacho sobre que habría recibido dos millones de euros en concepto de indemnización por no publicar el libro que le ofrecieron escribir, y que estaría percibiendo una pensión mensual vitalicia de entre 25.000 y 50.000 euros.