Días de confinamiento. Días de quedarse en casa. También Letizia, confinada en Zarzuela en una habitación mayor que la mayoría de pisos de los españoles. Pasada la cuarentena para evitar contagiarse de coronavirus, la reina ha reaparecido al lado del rey Felipe para asistir a una conversación telemática desde casa.
El confinamiento y el trabajo en casa han llevado una imagen que se repite en todas las cadenas de televisión: entrevistas, declaraciones, comentarios de calidad y testigos de periodistas, invitados y colaboradores, cada uno en su casa, en una conexión telemática. De esta manera, hemos visto cómo son los despachos, estudios o comedores de diferentes presentadores, comunicadores, políticos, presidentes, Papas y también, evidentemente, el de los reyes de España.
Alguien diría que Letizia se tendría que poner menos bótox y donde realmente habría que aplicar un cambio de imagen tendría que ser en el despacho de los monarcas. Unas imágenes facilitadas por la misma Casa Real con responsables de SEAT han destacado por uno de los muchos objetos que decoran el abigarrado despacho real. Un espacio de veinte metros cuadrados donde Felipe pronuncia sus discursos, pero donde ahora se ha visto otra perspectiva de la habitación, con objetos de gran valor cultural, como una obra de Dalí, pero donde también hay pongos para parar un tren.
Según analiza la revista Vanity Fair, se observan en algunos estantes astrolabios, bastones de mando, una colección de barcos de plata o un reloj astronómico... Y en una esquina, justo al lado de la entrada... un arma medieval. Una alabarda de la Guardia Real que lleva grabado el nombre de Felipe VI en la hoja.
Posiblemente, el objeto más grotesco, ramplón y con regusto a rancio de esta especie de mercadillo que parece cualquier cosa menos el despacho de una entidad moderna. Por cierto, que vayan con cuidado: la alabarda parece poco acuñada y estable... cuidado que algún día no caiga y se tenga que lamentar un María Antonieta.