Albert Solà ha conseguido por méritos propios que su caso sea seguido con la misma pasión y atención que el final de Juego de tronos, y nunca mejor dicho. Desde que salió a la luz que había escrito un libro (El monarca de La Bisbal) explicando con pelos y señales por qué es hijo del rey emérito Juan Carlos, sus intervenciones posteriores en los medios de comunicación escritos no tienen desperdicio: a cada entrevista que concede, suelta una pequeña perla que es mejor que cualquier cliffhanger de esta o aquella otra serie.

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Ahora, Solà se ha superado a él mismo al hacer una revelación a la revista Semana. La publicación ha ido a entrevistarlo a su pueblo, La Bisbal d'Empordà. Y quizás el hecho de encontrarse entre vecinos ha hecho que se sintiera cómodo explicando una anécdota que no sale escrita en el libro. "Es verdad que se han quedado cosas en el tintero", reconoce el autor del libro. "¿Qué tipo de cosas?", quieren saber en la revista, acertadamente. "Bueno, anécdotas que recordé una vez había entregado el libro". Por ejemplo, que "Pasé auténtico miedo por culpa de la gente que me vigilaba". Mejor que el final del capítulo 9 de Game of thrones cuando le cortan la cabeza a Ned Stark. Por suerte, en este caso la sangre no llegó al río. Pero nadie le podrá sacar el miedo del cuerpo.

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Explica Solà que un día se asustó de verdad al percibir como había muchos coches que lo iban siguiendo: "Pasé una noche en la calle, lloviendo, porqué cuando ya me iba para casa, varios coches me seguían y vigilaban mis pasos. Pasé tanto miedo que mi reacción fue correr y esconderme en un parking. Debían ser las 11 de la noche y me quedé allí hasta las cuatro y media de la mañana, mientras los tres coches continuaban dando vueltas para buscarme". La sangre azul que corre por sus venas se heló, precisamente, por ser quien dice que es, el hijo del rey de España: "Reconozco que ha sido la única vez que he pasado miedo de verdad". Solà salió del parking a las 6 de la mañana "porque vi que empezaba a haber gente y me fui a casa".

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El camarero de La Bisbal pudo recuperar la calma después de una noche de angustia gracias a una llamada a su contacto con el CNI: después de unas llamadas, le confirmó que aquellas personas habían estado allí por su bien, "querían ver cuál era el recorrido que hacía hasta mi casa", pero que no fueron suficientemente discretos porque la idea era que él no se diera cuenta de su presencia: "Pasé mucho miedo y le mandé al Rey una carta contándole lo que me había ocurrido". Solà no le guarda rencor a su padre ni teme que le apliquen ningún tipo de represalia. Y sabe de qué habla: "Si se enfrentan a mí, tendrán un problema: tendríamos que ir a juicio y establecer un parentesco, algo que, lógicamente, no quieren. Por desgracia, soy el hijo mayor y todo el mundo sabe lo que eso implica".

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Albert Solà tiene las cosas claras. No quiere ninguna compensación, ni recibir derechos que le correspondan ni que lo inviten a Zarzuela, sólo quería dejar constancia de quien es en este libro: "Esta historia es para mí una cruz. Ojalá el emérito no fuera mi padre", explica mientras los vecinos de su pueblo lo saludan diciéndole "Adeu, monarca." Una historia que promete más capítulos. Y más adictiva que saber quién se sentará en el trono de hierro.