La Casa Real monegasca es conocida por su hermetismo y sus sorpresas inesperadas, así que la vida privada de los Grimaldi siempre ha sido un enigma, y el matrimonio entre el príncipe Alberto y Charlene de Mónaco no es la excepción. Mientras que en otras casas reales, como la Casa Real de los Windsor del Reino Unido, algunos miembros están dispuestos a revelar los secretos más oscuros de su familia, en Mónaco impera el silencio y los misterios sin resolver.

El príncipe Alberto II de Mónaco ha estado en el trono del principado desde 2005, tras la muerte de su padre Rainiero III. A sus 65 años, el marido de Charlene goza de muy buena salud y se espera que siga siendo el soberano monegasco durante muchos años. Sin embargo, tras la prolongada ausencia de Charlene en el Principado debido a una serie de problemas físicos y emocionales, Alberto ha tomado la decisión de hacer una modificación con relación a la regencia del Principado tras su fallecimiento o incapacidad, una orden que ha llamado especialmente la atención, y ha vuelto a poner en tela de juicio su relación con Charlene.

Alberto de Mónaco duda de las capacidades de Charlene

En junio de 2015, se emitió una "orden soberana" que establecía que la consorte del soberano, en este caso Charlene, estaría a cargo de la regencia en caso de que el heredero al trono monegasco aún fuera menor de edad en el momento de la muerte o abdicación del príncipe reinante. Sin embargo, según informa el medio 'Vanitatis', el nuevo decreto de regencia aprobado por Alberto de Mónaco deja a Charlene sin ningún tipo de poder en el Palacio, evidenciando su falta de confianza en su capacidad para gobernar junto al ministro de Estado y el Consejo de la Corona.

A diferencia de Charlene, quien lleva poco más de una década como princesa consorte, Alberto ha sido preparado toda su vida para asumir el liderazgo del Principado. Incluso antes de la muerte de su padre, ya desempeñaba funciones de jefe de Estado, y en 2005, seis días antes de la muerte del príncipe Rainiero, Alberto II asumió la regencia. Esta disparidad de experiencia y preparación ha llevado al príncipe a limitar el papel de Charlene en la gobernabilidad de Mónaco.

Las ataduras de Charlene: las limitaciones impuestas por el decreto de regencia del príncipe Alberto

Se han esclarecido los detalles de la regencia de la princesa Charlene y las limitaciones que enfrentaría en caso de ejercerla. No obstante, en los cambios realizados en 2022, se estipula que Charlene de Mónaco sería la regente, pero gobernaría con la ayuda de un Consejo de Regencia compuesto por el presidente del Consejo de la Corona, el miembro más antiguo del Consejo de la Corona, el presidente del Consejo de Estado y cuatro personas de confianza designadas por el propio Alberto. Además, Charlene no podrá divorciarse para poder optar por la regencia. De lo contrario, la regencia recaería en manos de Carolina de Mónaco hasta que el príncipe heredero, Jacques Grimaldi, alcanzara la mayoría de edad.