Hace casi trece años, el mundo fue testigo de la fastuosa boda entre Charlene Wittstock y el príncipe Alberto de Mónaco. Sin embargo, esta no es una típica historia de amor real; detrás de la pompa y la circunstancia, emergen secretos impactantes que arrojan una nueva luz sobre su complicada relación. Charlene, apodada como "la princesa triste", ha vuelto al escenario público tras un enigmático período de ausencia, y las revelaciones que acompañan su retorno resultan ser aún más asombrosas de lo que cualquiera podría haber anticipado.
El matrimonio, que se llevó a cabo apresuradamente, con dos décadas de diferencia entre los contrayentes, se ha caracterizado por una distancia evidente que va más allá de la mera diferencia generacional. Rumores sugieren que Charlene estuvo al borde de dejar plantado al príncipe en el altar, siendo interceptada por la policía del aeropuerto. La ceremonia continuó, pero la falta de intimidad entre la pareja ha sido un denominador constante en su relación. Resulta asombroso descubrir que, incluso durante su luna de miel, nunca compartieron la misma cama, alimentando las especulaciones sobre la verdadera naturaleza de su relación,
De hecho, detrás de esta fachada de matrimonio real, se desvela que la motivación para tener descendencia estaba vinculada a una cláusula en su acuerdo matrimonial que los obligaba a procrear para asegurar la continuidad en la sucesión al trono. Este detalle esencial arroja luz sobre la falta de autenticidad en la relación, convirtiendo el matrimonio en más un acuerdo estratégico que una conexión emocional genuina. Sin embargo, lo más sorprendente no radica solo en la obligación de tener hijos, sino en el hecho impactante de que ni siquiera mantuvieron relaciones sexuales para que Charlene quedara embarazada.
De hecho, la revelación de una serie de secretos sobre la intimidad, o más bien la ausencia de la misma, entre Charlene y Alberto, ha sido desenterrada por la prima de Charlène, Christa Mayrhofer-Dukor. Según las ideclaraciones de Mayrhofer-Dukor, la princesa Charlene atravesó un doloroso episodio de aborto antes de concebir a sus mellizos, Jacques y Gabriella. “Sé que fue un momento muy difícil tanto para ella como para Alberto, que sufrió mucho por este tema. Incluso los dos llegaron a pensar que nunca más se quedaría embarazada y no podría dar un heredero a la Corona”, dijo la prima de Charlene.
Fertilización in vitro: el verdadero origen de los mellizos
No obstante, Christa Mayrhofer-Dukor reservaba aún una revelación más asombrosa. De acuerdo con sus declaraciones, "Charlene se sometió a una fecundación in vitro un tiempo después, pero aún así tuvo que ser muy prudente durante todo el embarazo y correr riesgos”. De esta manera, se confirma que los pequeños Jacques y Gabriella fueron concebidos a través de fertilización in vitro, subrayando la notoria falta de intimidad en el matrimonio real.
Relaciones clandestinas y pactos secretos
La falta de actividad en la alcoba de Charlene podría ser la explicación detrás de su relación clandestina con el magnate ruso Vladislav Doronin, un romance que no escapa a la atención del príncipe Alberto. De hecho, hay quienes especulan que esto podría formar parte de un pacto destinado a ocultar las supuestas inclinaciones homosexuales del príncipe. Incluso se ha insinuado que los mellizos fueron concebidos mediante fertilización in vitro debido a la presunta incapacidad de Alberto para sostener relaciones íntimas con Charlene.