Aunque ha pasado más de una década desde la deslumbrante boda de Charlene Wittstock y el príncipe Alberto de Mónaco, el enigma que rodea su relación sigue atrayendo miradas de todo el mundo, pero no precisamente por razones románticas. Este no es un matrimonio real común y corriente; detrás de las cámaras, se esconden secretos sorprendentes que finalmente salen a la luz. Charlene, conocida como "la princesa triste", ha regresado al escenario público después de un período misterioso de ausencia, y las revelaciones que acompañan su regreso son aún más extraordinarias de lo que nadie hubiera imaginado.
Su matrimonio, apresurado y con dos décadas de diferencia entre ellos, fue más una unión por conveniencia que por amor. Se cuenta que justo antes de la ceremonia, la ex nadadora olímpica estuvo a punto de dejar plantado al príncipe monegasco en el altar, una vergonzosa situación que fue evitada gracias a la intervención de los agentes de policía del aeropuerto de Niza, quienes la interceptaron y la exhortaron a regresar al Palacio para seguir adelante con el enlace nupcial. Sin embargo, bajo la superficie, su relación ha permanecido distante y carente de intimidad. Se ha descubierto que nunca han compartido la misma cama, ni siquiera en su luna de miel, y la razón por la que tuvieron hijos se debió a una cláusula en su contrato matrimonial que los obligaba a procrear para garantizar la sucesión al trono.
Los gemelos Jacques y Gabriella y el misterio de su concepción
De hecho, fue la prima de Charlène, Christa Mayrhofer-Dukor, quien ha revelado una serie de secretos sobre la intimidad, o la ausencia de la misma, entre Charlene y Alberto, lo que ha sacudido los cimientos de la monarquía monegasca. Según sus declaraciones, la princesa Charlene sufrió un aborto antes de concebir a sus mellizos, Jacques y Gabriella. “Sé que fue un momento muy difícil tanto para ella como para Alberto, que sufrió mucho por este tema. Incluso los dos llegaron a pensar que nunca más se quedaría embarazada y no podría dar un heredero a la Corona”, confesó Mayrhofer-Dukor. Sin embargo, la revelación más impactante de la prima de la princesa consorte de Mónaco aún estaba por llegar. Según Christa, “Charlene se sometió a una fecundación in vitro un tiempo después, pero aún así tuvo que ser muy prudente durante todo el embarazo y correr riesgos”. De este modo, se confirma que los pequeños Jacques y Gabriella fueron engendrados a través de fertilización in vitro, lo que pone de manifiesto la carencia de intimidad en su matrimonio.
Un acuerdo de silencio: relaciones ocultas y la presunta homosexualidad del príncipe
Fuentes cercanas a la pareja sugieren que Charlene mantiene una relación con el magnate ruso Vladislav Doronin, mientras que Alberto parece estar al tanto de esta situación. Algunos incluso especulan que esto forma parte de un pacto para encubrir la presunta homosexualidad del príncipe. De hecho, se empezó a especular que los mellizos fueron concebidos mediante fertilización in vitro debido a la supuesta incapacidad de Alberto para mantener relaciones sexuales con mujeres. A pesar de los romances previos de Alberto con mujeres famosas y la existencia de hijos fuera del matrimonio, las especulaciones sobre su orientación sexual han ganado fuerza desde que fue visto en el Festival Gay Escandinavo en Suecia en 2003, abrazando a dos drag queens. Alberto de Mónaco ha negado enfáticamente todos estos rumores.