La monarquía española está dejando pasar una oportunidad de oro para demostrar, o hacernos creer que por un día se preocupan por la ciudadanía y que a pesar de los lujos adquiridos por amor al arte, a veces se ponen en la piel de los que pagan impuestos. Pero no. Y mientras tanto, sus homólogos europeos les ridiculizan día sí día también.
Muchas videoconferencias. Muchas caras de afectación desde sus despachos. Pero los reyes españoles, si quisieran ayudar al país por la crisis sanitaria, podrían empezar por aplicarse a ellos mismos una medida. No sólo hacer gestos como homenajear a los sanitarios, que también. Pero no hay borbones para hacerlo. ¿El qué? Rascarse el bolsillo. Si, si, Felipe se hace el estupendo renunciando a la herencia de su padre después del escándalo de Suiza. Pero tiene letra pequeña. Lo que tendría que hacer es coger todos los millones fraudulentos del padre y dedicarlos a la sanidad del país. O hacer como ha hecho el príncipe Alberto de Mónaco.
La cara visible del principado monegasco acaba de dejar todavía más por el suelo al rey español. Que este se deje de poner vestiditos de militar con medallitas en el pecho y haga lo que realmente valdría la pena, tocarse el sueldo que le pagamos entre todos. La pandemia es dramática desde el punto de vista de salud, y también económicamente. Por eso el hijo de Rainiero y Grace Kelly ha anunciado que se reduce su sueldo en un 40%. Más de cinco millones de euros de su asignación al año. De 13 millones a 8.
Los emolumentos por tener la sangre azul siguen siendo exageradísimos, sí. Pero eso no quita que el gesto haya recibido una reacción unánime aplaudiendo la medida. Felipe, toma nota. Pero ya pueden esperar sentados. Ni está, ni se le espera.