El mundo de los royals es muy complejo. A pesar de que existan algunas rivalidades entre algunos miembros de las diversas Casas Reales, lo cierto es que existe una especie de acuerdo tácito entre ellos para proteger la imagen de los sistemas monárquicos internacionales. Por esta razón, la princesa Charlene de Mónaco no dudó en romper la relación con una enemiga de la Corona española, después de que Alberto de Mónaco recibiera un llamado del rey Juan Carlos I.
Se trata de Corinna Larsen, la empresaria alemana que protagonizó un sinfín de polémicas relacionadas con su romance con Juan Carlos de Borbón y su posterior demanda al rey emérito por acoso. Sin embargo, antes de que explotara el penoso incidente en Botsuana, Larsen mantenía una gran relación con la familia Grimaldi, especialmente con el príncipe Alberto y Charlene de Mónaco.
En 2013, la alemana decidió huir del escándalo y se refugió en Mónaco, mudándose a un lujoso dúplex en el edificio de Le Montaigne, situado en la avenida Princesa Grace, la más costosa de Montecarlo. Para poder mantener su estilo de vida en el Principado, Corinna Larsen llegó a un acuerdo con su gran amigo, Alberto de Mónaco, para asesorar a Charlene, quien había ingresado hace tan solo dos años a la vida royal monegasca.
La amistad entre Alberto y Corinna inició en la década de los 80, cuando se conocieron en uno de los ‘Bailes de la Rosa’ que organizaba el Palacio. En 2008, Corinna acompañó al príncipe Alberto en una cena realizada en el Palacio de El Pardo en España. En 2011, el hijo de Rainiero y Grace Kelly invitó a la alemana a su boda con Charlene, pero esto no fue del agrado de los Borbón, quienes se negaron a asistir para no tener que coincidir con ella.
Charlene se aleja de ‘su amiga fiel’ por influencia de Juan Carlos I
Tras haberse convertido en su asesora institucional y en su consejera personal, Charlene de Mónaco consideraba que Corinna Larsen era “una amiga fiel” con la que siempre podría contar. Sin embargo, en 2021 abandonó Mónaco para instalarse en Londres, dado que sus constantes entrevistas sobre su relación con Juan Carlos de Borbón cayeron muy mal en España y en Mónaco. No obstante, el punto de quiebre en esta relación se produjo cuando se filtraron algunas grabaciones en las que Corinna indicaba que Mónaco era una especie de paraíso fiscal para la Familia Real española. “Me usó como testaferro, (para ocultar patrimonio y propiedades en el extranjero) no porque me quisiera, sino porque soy residente de Mónaco”, indicó la alemana.
Esto hizo que Alberto reconsiderara su relación con la alemana al cortar todo nexo con ella, incluyendo la amistad con su esposa Charlene, quien empezó a alejarse de ella para mantener a salvo la imagen del Principado. De esta manera, la ‘princesa’ que perdió su título al divorciarse de Casimir zu Sayn-Wittgenstein dejó de ser un apoyo para Charlene de Mónaco para convertirse en un problema para el Principado.