El Principado de Mónaco es sinónimo de lujo, opulencia y una dinastía que ha fascinado al mundo durante décadas. Sin embargo, detrás del brillo de sus joyas y la perfección de sus ceremonias, se esconde una maldición centenaria que ha perseguido a los Grimaldi generación tras generación. Y parece que el príncipe Alberto II de Mónaco fue el único que decidió tomar en serio la advertencia, retrasando su matrimonio hasta después de los 50 años.
La historia se remonta a Rainiero I, antepasado de Alberto, quien tuvo una relación con una misteriosa gitana. Cuando decidió abandonarla, ella, despechada, lanzó una terrible profecía: " “Ningún Grimaldi será feliz en su matrimonio salvo que se case después de los 50 años". Desde entonces, la familia real monegasca ha sido protagonista de divorcios, tragedias y muertes prematuras que han alimentado la leyenda.
Alberto y Charlene de Mónaco: ¿víctimas de la maldición Grimaldi?
Quizás por miedo o por simple coincidencia, el príncipe Alberto II prefirió no desafiar al destino. Tras una vida de romances con modelos y actrices, y dos hijos fuera del matrimonio, sorprendió al mundo al casarse a los 53 años con Charlene Wittstock, de 33 años. Pero, a pesar de la precaución, su matrimonio ha estado marcado por constantes crisis y rumores de separación. Desde su boda en 2011, la relación entre Alberto y Charlene ha estado bajo el escrutinio público.
La exnadadora olímpica ha enfrentado numerosos desafíos, incluyendo largas ausencias del Principado y rumores de problemas de salud mental. En 2021, Charlene pasó seis meses en Sudáfrica, alejada de su familia, y pasó una larga temporada en un centro psiquiátrico en Suiza. Muchos especulan que estos problemas son solo la punta del iceberg de una relación que nunca fue sólida. Charlene, quien supuestamente intentó huir antes de la boda, parece ser otra víctima de la maldición que persigue a los Grimaldi.
Grace Kelly y el trágico destino de los Grimaldi
Pero la maldición no solo ha afectado a Alberto y Charlene. La icónica Grace Kelly, esposa de Rainiero III, es otro ejemplo de cómo el destino ha sido cruel con los Grimaldi. Aunque su matrimonio fue visto como un cuento de hadas, la tragedia llegó en 1982, cuando Grace murió en un accidente de coche a los 52 años. La versión oficial indica que ella iba al volante, pero existen teorías que apuntan a que su hija Estefanía podría haber estado conduciendo.
La princesa Carolina de Mónaco tampoco ha escapado al maleficio. Tras dos matrimonios fallidos y la trágica muerte de su segundo esposo, Stéfano Casiraghi, en un accidente náutico, Carolina parece haber aceptado que la felicidad conyugal no está escrita en su destino. La princesa Estefanía de Mónaco tampoco ha tenido suerte en el amor. Se casó dos veces, primero con su guardaespaldas Daniel Ducruet y luego con el acróbata Adans Peres, pero ambos matrimonios fueron fugaces y turbulentos. Su vida sentimental ha sido un constante ir y venir de relaciones fallidas, confirmando así que la maldición sigue vigente.
El temor a esta oscura profecía parece extenderse también a las nuevas generaciones. Carlota Casiraghi, la hija de Carolina, también ha experimentado relaciones complicadas y un primer matrimonio fallido. La dinastía Grimaldi sigue envuelta en un halo de tragedia y misterios. ¿Casualidad o una verdadera maldición? Mientras tanto, la historia sigue cobrándose nuevas víctimas, dejando a Mónaco sumido en una eterna incertidumbre.