Mucho se ha escrito sobre las amantes del rey pero poco o nada sobre los de la reina. Hablamos de los eméritos, de momento. El machismo en la Corona, que impide reinar a mujeres primogénitas si tienen hermanitos como Felipe, llega hasta el extremo de no considerar que la reina Sofía también puede tener "amigos especiales". La única periodista que ha osado es Pilar Eyre, la que explicó que la reina Sofía podía tener un lío sentimental con Alfonso Díez, viudo de la duquesa de Alba. Hace días publicamos cómo la pareja coincidió en la boda del próximo duque de Alba pero la reina lo evitó. Ahora Eyre explica que la decepción de Alfonso fue mayúscula ya que había preparado el reencuentro con mucha ilusión y mucho bótox.
La decepción fue enorme. Escribe Eyre en Lecturas: "Alfonso Díez tiene un gran interés en contar a Sofía que él no tuvo nada que ver con aquella filtración y que esos puros sentimientos de amistad siguen anidando en su corazón". O sea que no fueron amantes pero que el viudo querría ir a más. Y por eso se preparó para una conversación (que no se produjo) con Sofía como si fuera a desfilar para Victoria's Secret "Pasó una semana agónica tratando de presentar su mejor aspecto: rayos UVA, pelo tintado e inyecciones de bótox". El resultado es que Alfonso ya no parece Alfonso sino Mick Jagger:
El día de la boda estaba "guapo, delgado, nervioso y cono un pequeño discurso aprendido", pero la reina Sofía lo evitó con dos tácticas: estuvo poco tiempo y se puso una guardia pretoriana que le hiciera de cinturón sanitario anti-moscones. Y se quedó con el rabo entre piernas: "Cuando Sofía se fue su cara era un poema, triste y derrotado". Sofía tiene al marido impedido y por lo tanto controlado y a punto de celebrar 80 años quiere que los Urdangarin se reincoporen a la vida familiar. Alfonso tendrá que buscar a otra octogenaria millonaria.