Uno de los momentos más duros que se han vivido en la casa real, sobre todo para la infanta Elena, ocurrió en 2001. Aquel año a Jaime de Marichalar le dio un ictus mientras practicaba deporte en el gimnasio. Aquel problema acarreó duras consecuencias. Se temió por su vida. Sobre todo teniendo en cuenta que la infanta se quedaba sola con dos hijos de tres y un año, respectivamente. Y aunque se salvó, tuvo muchos problemas para recuperarse. Sufrió duras secuelas y perdió parte de su movilidad.
En aquel episodio se volcó toda la familia. Y también algunos de los mejores especialistas del país. Entre ellos, el cardiólogo Valentín Fuster, responsable de haberle salvado la vida y de haber seguido su evolución desde entonces. Fue el rey emérito Juan Carlos I quien movió hilos para poner a su yerno en manos del doctor.
Jaime de Marichalar lo visita a menudo en Madrid
Ambos mantienen visitas periódicas para controlar que el problema no se reproduzca. Sin él no se entiende la recuperación de Jaime de Marichalar, que tuvo lugar en Nueva York. Y todo ello derivó en una profunda amistad. El doctor es uno de los amigos más especiales para el padre de Victoria Federica y Froilán. De hecho, Fuster fue testigo en el juicio de Jaime contra la revista Época, que divulgó que Marichalar consumía estupefacientes.
Un Valentín Fuster sin el que no se entiende la recuperación de Jaime de Marichalar, que tuvo lugar en Nueva York. Los dos forjaron una gran amistad.
El doctor Valentín Fuster es toda una institución
Valentín Fuster es uno de los médicos especializados en el sistema cardiovascular más prestigiosos de España y de todo el mundo. A sus 80 años es Director del Instituto Cardiovascular del Mount Sinai Medical Center neoyorquino, así como del Centro de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III. Vive a caballo entre Madrid y Nueva York. Y algunas fuentes señalan que se plantea la jubilación para este mismo año.
Además, el doctor Fuster tiene un amplio curriculum en el que también figuran algunos reconocimientos. Por ejemplo, obtuvo el Príncipe de Asturias de investigación, es catedrático en la escuela médica de Harvard, presidente de la federación mundial del corazón, posee más de 34 doctorados honoris causa, y ha escrito más un millar de artículos médicos, entre otros logros. Y por si fuera poco, en 2014 fue nombrado marqués de Fuster por su “destacada labor de investigación”. Este último premio, sin embargo, se dice que se le concedió por haber salvado la vida a Jaime de Marichalar.