Como en la mayoría de las casas españolas, en la casa real también se ponía punto y final a las celebraciones navideñas este sábado, en la que fue una jornada bastante movida, pero que no se alejó de los planes que han seguido otros años.

Este sábado se celebró la Pascua Militar, con la diferencia en comparación con otras ocasiones de que esta vez la princesa Leonor fue la gran protagonista. Después de la jura de la Constitución el pasado 31 de octubre, Leonor toma cada vez más protagonismo en este tipo de actos institucionales. Y este fue un paso más en su camino hacia el trono.

Sin embargo, el resto de la jornada se asemejó mucho a la de otros años. En concreto, fueron a comer el roscón de reyes al domicilio de Jesús Ortiz, el abuelo paterno de la princesa Leonor y la infanta Sofía.

Leonor con Jesus y Paloma efe

La familia real roma el roscón de Reyes en el domicilio de Jesús Ortiz

Cabe decir que el año pasado, esta reunión familiar se celebró el 4 de enero, dado que Leonor debía volver ese día al UWC Atlantic College de Gales para seguir con sus estudios de Bachillerato. Mientras que en esta ocasión, la infanta Sofía ha sido una de las ausentes. La más joven del núcleo duro de la familia real tuvo que poner rumbo al internado del Reino Unido a principios de año.

Lo que no cambia, sin embargo, es el lugar de la celebración. Y hay un motivo por el que se celebra en el domicilio de Jesús Ortiz y no en la Zarzuela. Y tiene que ver con Ana Togores.

Ana Togores con la familia

Desde siempre, la familia real ha tomado el roscón de reyes con Jesús Ortiz. Una idea que a Letizia dejó de gustarle cuando Jesús se emparejó con Ana Togores, una mujer de su misma edad a la que la reina no soporta. Tanto es así que no la quiere en la Zarzuela. Y por eso siguen acudiendo al domicilio de Jesús. Es el único momento del año en el que la reina y Togores coinciden en el mismo espacio. De hecho, la consorte suele exigir a su padre que, si quiere acudir a eventos en los que sus nietas sean protagonistas, debe hacerlo sin su esposa. No la quiere cerca. Menos aún en su misma mesa. Y, sobre todo, lejos de palacio.