Se hablaba en todas las redacciones de las amantes de Juan Carlos. El emérito nunca ocultó su fama de mujeriego. Durante años ha engañado a la reina Sofía con miles de mujeres, un excoronel nombra a 5.000, la mayoría de ellas prostitutas de lujo pagadas con el dinero de los contribuyentes. Era una de sus mayores aficiones. El padre de Felipe VI se casó con la emérita por obligación, nunca estuvo enamorado, y esta actitud es respuesta de un matrimonio fallido.
Juan Carlos I mantuvo relaciones con miles de mujeres, pero hay tres nombres que se quedaron grabados en su retina para siempre. Bárbara Rey, Corinna Larsen y Marta Gayá. El emérito mantendría el contacto con todas ellas, aunque ya solo se vería de forma regular con la mallorquina. Sin embargo, siempre está en el foco mediático por las dos primeras. El hijo de la vedette ha roto su silencio en el nuevo programa de Telecinco con tres entrevistas consecutivas donde ha arremetido contra sus padres, pero también ha hablado de la relación del exmonarca con Bárbara.
Juan Carlos investigado por el CNI
Según Ángel Cristo Jr, Bárbara Rey solo se acercó a Juan Carlos por interés. La artista no estaba enamorada, vio la oportunidad para escapar de cualquier problema económico y de su tormentosa relación con el domador de leones. Desveló un chantaje al emérito para conseguir 12 millones de pesetas y un ministerio.
Bárbara Rey obligó a Ángel Cristo a grabar y fotografiar su encuentro con Juan Carlos I. Los vio en actitud muy cariñosa. Tiene 37 fotografías y un vídeo que están custodiados bajo llave. Pero no ha sido la única vez que han espiado al exmonarca. El CNI nunca le ha quitado ojo. Sabían todos sus movimientos y tenían anotados todos los lugares donde tenía encuentros íntimos con otras mujeres.
Todos los encuentros permanecen grabados y custodiados. Saben perfectamente que lugares frecuentaba, los días, las horas y las mujeres con las que se iba a la cama a escondidas de la reina Sofía. Un material que está grabado para tener a todo el mundo controlado y que nadie pueda romper su silencio y perjudicar a la corona.
Como Juan Carlos se les iba de las manos decidieron establecer un picadero secreto para todos sus encuentros. “El primero lo establecieron en Majadahonda, pero era muy lejos para llegar desde Zarzuela. Entonces lo pusieron más cerca, en La Florida, luego en Puerta de Hierro, entonces le tenían controlado”, según reproduce el diario Voz Populi. “Un picadero controlado», apostilló Diego Arrabal. Kiko Matamoros, que también era conocedor de esta historia, explicó: “Tan controlado que los servicios secretos llegaron a grabarle. Le grababan todo». Galiacho explicó “el problema fundamental” que existió en esta época. “Los servicios secretos son del Estado, no son del Rey. Entonces el grave problema de los servicios secretos es que confundieron el Estado con el Rey y estaban sirviendo al Rey en vez de servir al Estado y le protegían demasiado”.