Luis María Ansón se está cubriendo de gloria las últimas horas. EN TVE, el exdirector del diario ABC y fundador de La Razón, perpetró el punto de vista más surrealista y vergonzoso de los que se han escuchado sobre la huida de Juan Carlos: culpar al difunto Hugo Chávez y el famoso "¿Por qué no té callas?" de su amigo íntimo como origen de todos los males del monarca español: ""A partir de ese momento, (Chávez) movilizó mucho dinero para hacer toda una operación en contra de don Juan Carlos que empezó, por cierto, con una cosa que era evidente: las irregularidades que había cometido Urdangarin".
La culpa fue del cha-cha-cha. O del cha-cha-Chávez, que cantarían los Gabinete Caligari. Ahora, la hiperventilación del periodista ha ido un paso más allá. Para justificar que ni Juan Carlos, ni su hijo ni el gobierno digan dónde se encuentra el fugado después de su espantá, ha vomitado una de las barbaridades más dementes que se recuerdan en una entrevista a La Razón: “Es que hay mucho loco. Imaginemos que de pronto un extremista, de izquierdas o de derechas, que no descartó a los de derechas porque para ellos don Juan Carlos es el Borbón traidor a Franco, aprovechando una seguridad menor le pegue un tiro y lo mate. Sería terrible para los servicios de seguridad. Comprendo que adopten todas las cautelas”. Chim pum.
Ansón no ve bien que Juan Carlos se haya marchado. ¿Porque considere que tendría que rendir cuentas de sus escándalos a los súbditos de su país? Ha, ha, ha, ha. Ni pensarlo. Porque "se ha creado en un sector de la opinión pública la idea de la culpabilidad de don Juan Carlos en el momento en el que se va de España en estas circunstancias". Palmeros al rescate. El periodista cree, pero, que ya que lo ha hecho, mejor esconder dónde. “En estos momentos la injusticia es dramática contra don Juan Carlos pero la historia le colocará en su sitio. Lo que quedará será la realidad de su reinado y los historiadores pasarán por encima de estas cuestiones de chismorreo”. Lo que quedará también serán descerebrados diciendo animaladas con el fin de justificar aquello injustificable. Y que se sepa, aquí el único que disparó a algún otro fue el mismo Juan Carlos con su hermano.