La reina Sofía llegó cerca de la una de la tarde al Hotel Reconquista donde se alojan los miembros de Casa Real en estos días, y donde tienen lugar algunos de los actos institucionales. Como todos los años desde que Leonor es princesa, no quiso perderse los premios Princesa de Asturias. Estos son más especiales que los de otras ediciones porque son los últimos de la hermana de Sofía como menor de edad, el próximo año vendrá sola, sin Felipe y Letizia. Se desconoce si la emérita querrá arroparla, ya será fuera de sus labores en la institución porque los Reyes prevén un inminente cambio generacional.
La emérita llegó completamente sola, no la recibió ningún miembro de su familia porque estaban atendiendo otros compromisos. El año pasado ya se quedó totalmente desubicada en su aparición en los premios. Tras las críticas del año pasado, en esta ocasión Casa Real ha intentado subsanar ese error y ha zanjado todo tipo de rumores de mala relación entre reinas o de la nula relación con sus nietas. Una vez más Leonor estuvo pendiente de ella en todo momento, y viceversa.
La reina Sofía, la gran protagonista. Paloma Rocasolano arrinconada
La familia real saluda a las autoridades antes de entrar al teatro, en ese momento daba la sensación que la emérita se confundía de puerta, y la atenta Leonor la ayudaba con un cariñoso gesto y la reconducía. Nuera y suegra también mantuvieron una amena conversación a la salida del acto. A la conversación también se sumó la princesa, que salió del acto del brazo de su abuela materna.
Siempre se ha dicho que Paloma Rocasolano es mucho más querida que Sofía por sus nietas, por ello en esta ocasión han querido mostrar una imagen totalmente contraria. La gran protagonista ha sido la reina emérita, tal vez por la triste situación que vive en estos últimos meses con las pérdidas de memoria de Irene de Grecia. Hace dos semanas la revista Lecturas confirmó que padecía la enfermedad del olvido.
Ahora es Paloma Rocasolano la que siente verdadera envidia del trato que se le ha dado a la reina Sofía. La enfermera jubilada ha pasado totalmente desapercibida, en un segundo plano como una persona de segunda fila. Ella se encontraba en el palco escuchando atentamente el discurso de su nieta, mucho más maduro que el anterior, de hecho, una vez más se le escapó unas lágrimas.
Fuentes cercanas al acto revelan que entre Paloma Rocasolano y la reina Sofía la tensión se podía cortar con un cuchillo. Saltaban chispas entre ellas. No se dirigieron la palabra en ningún momento.