Desde el nacimiento de Archie Harrison el 6 de mayo de 2019, y su hermana, Lilibet Diana, el 4 de junio de 2021, la vida de los hijos de Meghan Markle y el príncipe Harry ha estado envuelta en un enigma casi impenetrable. Estos pequeños, que ocupan la sexta y séptima posición en la línea de sucesión al trono británico, respectivamente, parecen estar viviendo en un mundo paralelo, lejos del bullicio y el escrutinio que suele rodear a la realeza. Pero, ¿por qué están estos jóvenes royals tan protegidos y prácticamente escondidos en Estados Unidos?

A diferencia de otros miembros de la Familia Real británica, la exposición de Archie y Lilibet a la vida pública ha sido limitada casi al extremo. Desde su nacimiento, las imágenes de los pequeños han sido escasas, y las que existen han sido cuidadosamente seleccionadas y publicadas bajo estrictas condiciones. A diferencia de sus primos George, Charlotte y Louis, quienes son vistos regularmente en eventos públicos, los hijos de Harry y Meghan parecen vivir una existencia casi clandestina.

La obsesión de Harry por la seguridad familiar: un eco del pasado

La razón detrás de esta protección extrema radica, en parte, en los traumas del pasado. Harry, quien sufrió de primera mano el acoso mediático que llevó a la trágica muerte de su madre, la princesa Diana, está decidido a no permitir que la historia se repita. Según fuentes cercanas al duque de Sussex, Harry está obsesionado con la seguridad de su familia, un temor que se ha intensificado tras la negativa del Comité Ejecutivo para la Protección de la Realeza y las Figuras Públicas de otorgar seguridad especial a los Sussex cuando visitan el Reino Unido.

“Harry se ha mostrado reacio a mostrar a sus hijos en público”, asegura un amigo cercano de la familia. “No se trata de ocultarlos por el simple hecho de hacerlo, sino para proteger su privacidad y seguridad de posibles amenazas. Quiere [el príncipe Harry] que lleven [Archie y Lilibet] una vida lo más normal posible sin temor a que los secuestren o los lastimen”, declaró el informante a la revista ‘People’.

La soledad de los Sussex en Montecito

En su mansión en Montecito, California, Harry y Meghan han creado una fortaleza alrededor de sus hijos, rodeándolos de un círculo estrechamente vigilado. El acceso a Archie y Lilibet está estrictamente controlado, y sus interacciones con el mundo exterior son limitadas. Incluso cuando Meghan y Harry han asistido a eventos internacionales han preferido dejar a los niños en casa bajo el cuidado de sus niñeras, en lugar de exponerlos al escrutinio de la prensa.

La pregunta que muchos se hacen es si alguna vez veremos a Archie y Lilibet desempeñando un papel más público en la Familia Real británica. Hasta ahora, todo indica que los Sussex seguirán manteniendo su vida privada bajo llave. El destino de estos pequeños royals sigue siendo incierto, y su lugar en la historia de la realeza británica aún está por definirse. Pero, por ahora, su vida se desarrolla en el anonimato de una mansión en California, lejos de las cámaras y los flashes, en un mundo cuidadosamente construido por sus padres para protegerlos de los fantasmas del pasado.