Desde que Juan Carlos se marchó hace seis meses a los Emiratos Árabes, desde que huyó por patas hacia su refugio dorado de lujo, el emérito no había dicho palabra. El Borbón se marchó a Abu Dhabi en medio de sus escándalos de faldas y financieros para no molestar a Felipe y a la monarquía española. Desde que se largó, sólo lo han visitado sus hijas.
Uno de los temas de los que más se ha hablado los últimos tiempos es la salud de Juan Carlos, hace unas semanas, cuando se dijo que podía haberse contagiado de covid, cosa que, dado su historial médico y su edad, podía hacer sonar todas las alarmas. Las últimas horas la incertidumbre sobre lo que le pasa al rey y como se encuentra ha vuelto a la primera fila mediática. Y desde Zarzuela han empezado a remover cielo y tierra para hacer llegar a la ciudadanía un mensaje de tranquilidad a los que son más monárquicos que el monarca, que en ese país denominado España proliferan como setas.
La manera como los borbónicos han encontrado la ocasión de pronunciarse ha sido a través del diario de Eduardo Inda, uno de sus vasallos más prolíficos. OK Diario, vía uno de sus periodistas, que podría llevar viviendo un mes en Abu Dhabi, ha contactado con el padre de Felipe vía telefónica. Así, según demuestran ellos, hemos podido oír la voz de Juan Carlos después de mucho tiempo. Y el tono y el contenido de la conversación han recordado aquella campechanía de hace un tiempo. Primeras palabras de Juan Carlos desde que se fue. El rey ha reconocido que "Estoy bien, hago dos horas de gimnasia todos los días", responde cuando le preguntan cómo se encuentra. Después, el medio ha insistido en poder verlo en persona para hacerle una entrevista, invitación que Juan Carlos ha declinado con estas palabras: "Yo no puedo cambiar las normas del país. Hay cuarentena. Para mí es muy difícil romper las reglas". Jordi Basté, en El món a RAC1, se hacía eco de sus palabras. Puedes escucharlo aquí:
Para mí es muy difícil romper las reglas... Será según qué reglas, porque lleva media vida pasándose por el forro reglas de decencia, respeto, fidelidad y virtuosismo contrario a la corrupción, que se le suponían por su condición.