La relación entre la reina Letizia y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, continúa su viacrucis particular. La royal no soporta a la pepera, es evidente. En cambio, Ayuso se deshace por conseguir la atención de la asturiana. No tenemos demasiado claro, sin embargo, sus motivaciones: a veces por sencillo servilismo patriótico, otras por hipótesis maquiavélicas y megalómanas de llegar, algún día, a ocupar el lugar de la esposa de Felipe VI. Con Ayuso todo es posible.
La entrega de unos premios de literatura volvió a reunir el martes a las dos protagonistas en Madrid. Un encuentro marcado por la curiosa forma con la que Ayuso hizo la pelota a Letizia: se presentó en deportivas, en presunta solidaridad con una reina que se ha roto un dedo del pie, y ha tenido que abandonar definitivamente el calzado de tacón. Ni extremos, ni suaves. Zapato plano. Por primera vez en su vida, Ortiz va a ras de tierra. Y Ayuso, todo sororidad impostada, la emuló calzando un modelo en tonos marrones bastante feo, todo hay que decirlo. Ahora bien, el gesto era suficiente para la prensa a sueldo del PP madrileño, alabándola de manera beatífica. Un despropósito, uno más, de la imagen que intentan vender de IDA.
Ayuso, a la que vimos durante la festividad del 2 de mayo en Madrid, instalada en una especie de atril mayestático, pasando revista a tropas y recibiendo honores de Jefe de Estado en la Puerta de Sol, volvió a exhibir el mismo rostro inquietante en la ceremonia de entrega de galardones de libros para niños y jóvenes. Una expresión que mezcla la desconfianza, la sospecha, la conspiración y cualquier cosa turbia que pueda pasar por la cabeza. Es una mirada siniestra, no es limpia, se pongan como se pongan sus fanáticos. Una impresión que defiende de manera pública una colaboradora de TV3, experta en protocolo y que se fija en cada detalle de actos como estos: Patrycia Centeno.
Atención en la galleta que asesta Centeno a la presidenta madrileña, desmontando el falso mito de 'québuenaesayuso' sin despeinarse. "Dudaba si se había puesto las deportivas por solidaridad con la lesión de Letizia hasta que he visto esta foto. Esa mirada no es de sororidad, es de pura envidia". Esta es la clave que explica la conducta, sostenida en el tiempo, de la presidenta madrileña cuando se encuentra cerca de la reina, y por extensión, del rey Felipe. A una la mira con cara rara, al otro se atreve a pasarle la mano por la cintura, mientras le ríe el chiste con menos gracia de la historia del humor. Ay, Isabel. Que se te ve el plumero a kilómetros. Si quieres cambiar de novio, mejor búscalo en otro sitio. No pasará.