Felipe y Letizia suelen tener muchos actos institucionales y oficiales que requieren de su presencia conjunta. Los reyes, por separado, presiden muchos actos, pero los dos también hacen acto de presencia en muchos otros acontecimientos, de hecho, la mayoría. Ya sea en Zarzuela, ya sea en algún escenario lejos de Palacio, los monarcas han protagonizado a menudo diferentes momentos a la hora de presidir galas, entregas de premios, inauguraciones o diferentes citas tanto de cariz festivo como más protocolario. Y en muchas de estas apariciones a dos bandas hemos visto cómo Letizia es mucha Letizia y le lame un pie quedar bien o mal a ojos de todo el mundo, que si ella considera que alguna cosa no va como toca, la hace saber. Y tanto si la hace saber. Que le pregunten, si no, al servicio de protocolo de Casa Real, cuando en una reciente aparición no le llevaron a ella una copa para que brindara justo después de que lo hiciera él, y tuvo que hacer el papelón de hacer ver que brindaba, con mímica y sin copa en las manos.
Pero las broncas no van destinadas solo al personal. Su familia también recibe. Que le pregunten si no a su suegra qué pasó delante de la Catedral de Palma hace unos años cuando osó dar un beso en la frente de Leonor. O que le pregunten también a su maridito, cuando en una entrega de premios se empanó y se avanzó a ella, que le tocaba hablar primero, y le dijo que tranquilo, que respetara el orden de intervenciones.
Ahora, se ha sabido que en otro acto parecido a estos, quien se quedó con un palmo de narices, quien quedó relegado a un segundo plato, fue él, en detrimento de su mujer. Pasó en Barcelona, cuando los reyes entregaron en el Museu Nacional d'Art de Catalunya los primeros premios La Vanguardia organizados por el mencionado medio, que reconocen la tarea de diferentes entidades, empresas o personas que desenvolupen su actividad en ámbitos sociales, económicos, políticos o culturales. Y entre los galardonados, una estrella catalana, una artista suprema que lo peta desde hace tiempo, una joven que lleva el arte en las venas y que ha revolucionado el panorama musical. Hija de un querido actor como Eduard Farelo, es una de las reguetoneras más seguidas del país. Hablamos, de quién si no, que de Bad Gyal. Con cinco discos de platino, gracias a su música y sus letras afiladas, se ha convertido en la reina urbana patria.
Una reina que se codeó con la otra reina. Una Bad Gyal que tuvo un téte a téte con Letizia. La catalana y la asturiana coincidieron en la entrega de premios el pasado mes de septiembre y ahora, en una entrevista en Tik Tok, la cantante ha revelado cómo fue la cosa. Y sobre todo, por qué pasó de saludar a Felipe y fue primero a saludar a Letizia.
"¿A quién saludaste primero?", le preguntan. Respuesta: “A la Reina. Pero la saludé primero a ella porque había pasado mucho rato hablando con ella, como que m entendí con ella y tuve con ella una conversación en plan así como más natural, más personal. Conecté con ella y por eso me salió saludarla primero". Dice que después lo saludó también a él, que "también fue amable", pero no fue lo mismo que con Letizia. ¿De qué hablaron?: "de mujer a mujer… hablamos de moda, hablamos de música… y había una energía entre nosotras como de que ya nos conocíamos un poco”.
Pagaríamos por una colaboración futura entre las dos, ya que tienen tanta conexión. Sería impagable ver a Bad Gyal y a Letizia cantando a dos voces "Pussy. 'Ta muy caro este pussy. No te acerques, pussy. Aquí paga este pussy. En tu vida probarás this".