Una noticia de última hora sacude el panorama royal internacional, es oficial: hay cambio en el trono del Gran Ducado de Luxemburgo, un traspaso de poderes. Enrique, de 69 años, cede al testigo a Guillermo, de 42. Se puede hablar por sorpresa, sí, aunque el soberano ya había anunciado, el pasado mes de abril, que la abdicación era una decisión más que tomada. Solo quedaba rematarlo con la fecha. Y esta ha llegado con un anuncio oficial de Enrique Alberto Gabriel Félix María Guillermo de Nassau-Weilburg y Borbón-Parma, durante el día nacional del país. Ha tenido bastante.
El cesante es seguramente el Borbón más rico de la historia, doblando la fortuna escondida de Juan Carlos. A diferencia del español nacido en Roma y residente a caballo entre Abu Dabi y Ginebra, se va porque quiere. Nadie lo ha invitado a dejar el trono, como pasó hace 10 años en Zarzuela, ni tampoco a salir del país para no volver más que de visita, hace casi 4. Enrique ha estado 23 años al cargo de la Casa Real, y su figura como Jefe de Estado ha sufrido varias polémicas. Su oposición a la ley de eutanasia provocó que el Parlamento le recortara potestades. Después tuvo lugar un penoso incidente en el que su esposa, María Teresa Mestre Batista, fue acusada de prácticas vejatorias al personal de servicio. La cubana es un personaje que siempre arrastra polémicas por su mal carácter: su suegra, la Gran Duquessa Josefina, no la soportaba y mantuvieron diferencias públicas. El legado del matrimonio acaba aquí. Empieza la era de Guillermo.
El mayor de los 5 hermanos de esta poderosísima familia está casado con la aristócrata belga Estefanía de Lannoy, inminente nueva Gran Duquesa. Después de una relación fallida con Pia Haraldsen, sobrina de la reina Sònia de Noruega, se conocieron en una fiesta en Alemania en 2004. Se lo tomaron con calma: no fue hasta 5 años más tarde que empezarían como pareja. En 2012 pasaban por el altar en catedral de Santa María de Luxemburgo, con presencia de 1400 invitados y numerosos representantes de las monarquías europeas. Felipe y Letizia estuvieron allí, por ejemplo. Después del enlace se instalarían temporalmente en el castillo de Berg, residencia oficial del Gran Ducado, hasta que años más tarde se marcharían a Londres para continuar con su formación profesional. Ya ven que los ritmos son pausados. Y eso estuvo a punto de provocar un desastre.
El motivo, la descendencia. Actualmente, Guillermo y Estefanía tienen dos hijos, Carlos y Francisco, de 4 y 1 años respectivamente. Por lo tanto, queda claro en que no han tenido nunca prisas por la procreación, tampoco por asegurar la línea sucesoria del Estado. En 2019 la situación se puso tirando a negra: ante la ausencia de noticias, el Gran Duque Enrique estaba pensando ceder el derecho dinástico al segundo de la lista, Félix, padre de 3 criaturas. Entonces se obró el milagro. Salvado por un pelo. Ahora tiene la recompensa en forma de trono.