El rey emérito Juan Carlos I, conocido por su carácter indomable y su capacidad para sobreponerse a las adversidades, enfrenta ahora el mayor desafío de su vida: la pérdida progresiva de su movilidad y facultades cognitivas. Después de años de cirugías de cadera y rodilla, y tras recibir tratamientos avanzados sin éxito, su dependencia de una silla de ruedas es ya inevitable. Este hecho, que hasta ahora había intentado ocultar del escrutinio público, ha llevado a un nuevo nivel de preocupación en el seno de la Familia Real.

Desde su retiro en Abu Dabi, Juan Carlos I se ha trasladado a una villa especialmente equipada para atender sus necesidades. El regalo de un jeque árabe, esta mansión cuenta con rampas, barandillas y comodidades como un helipuerto y una playa privada, diseñadas para facilitarle la vida diaria.

Felipe ayuda a Juan Carlos efe
Felipe ayuda a Juan Carlos efe

La edad no perdona a Juan Carlos I

Sin embargo, el lujo no puede ocultar las limitaciones que ahora enfrenta. En este escenario, dos de sus escoltas más cercanos, el cabo primero Cabello y el teniente coronel Mochi, han jugado un papel clave en alertar a su hijo, el rey Felipe VI, sobre el deterioro creciente de su padre, que en pocos días cumple 87 años.

Los primeros indicios de alarma no provinieron de sus problemas físicos, sino de las confusiones diarias que comenzaron a manifestarse de manera cada vez más evidente. Según Cabello y Mochi, Juan Carlos I ha experimentado olvidos significativos, incluyendo el nombre de personas cercanas y detalles recientes. Estos episodios de desorientación se han vuelto habituales, señalando lo que podría ser el inicio de una demencia senil. La discreción habitual de los escoltas tuvo que ser dejada de lado cuando quedó claro que estos síntomas requerían una intervención urgente.

Juan Carlos silla de ruedas
Juan Carlos silla de ruedas

Felipe VI y las infantas Elena y Cristina, preparados para cualquier situación

Las infantas Elena y Cristina, al tanto de la situación, han asumido la responsabilidad de buscar soluciones. Desde hace meses, han consultado a especialistas en Suiza, un país al que el rey emérito viaja con frecuencia para recibir supervisión médica. A pesar de que no se ha confirmado públicamente un diagnóstico oficial, los médicos han sugerido que los síntomas son típicos de un deterioro cognitivo avanzado. Paralelamente, la infanta Elena ha tomado la iniciativa de realizar reformas en una vivienda privada en caso de que su padre requiera atención constante en España.

Mientras tanto, el emérito sigue luchando por mantener una rutina normal, aunque cada vez con más limitaciones. Según sus escoltas, aún puede interactuar con quienes lo rodean sin problemas, pero los episodios de confusión van en aumento.