Las tensiones en la familia real británica ya no se pueden ocultar. La relación entre Kate Middleton, Camilla Parker Bowles y el rey Carlos III ha dejado de ser un asunto de especulación para convertirse en una realidad palpable. Y es que la distancia emocional que separa a la princesa de Gales de sus suegros ya ni se intenta disimular.

Desde que Kate entró en la familia Windsor, fue evidente que su presencia causaba incomodidad en ciertos sectores del palacio. Su carisma, su imagen impoluta y su cercanía con el pueblo la colocaron en una posición privilegiada en la esfera pública.

Camilla Parker Bowles y Kate Middleton
Camilla Parker Bowles y Kate Middleton

Tensión creciente entre Kate Middleton y Camilla Parker Bowles

Mientras tanto, Camilla ha tenido que recorrer un camino mucho más duro y lleno de obstáculos para ganarse el respeto de los británicos. Nunca ha caído bien al pueblo inglés. Y ello hace tiempo que desembocó en una tensión latente entre ambas mujeres. Para colmo, la enfermedad de la princesa de Gales intensificó el afecto del pueblo hacia ella, que la ve como un símbolo de fortaleza y discreción.

Pero mientras millones de ciudadanos le muestran apoyo incondicional, en los pasillos del palacio se respira la tensión. Camilla se siente desplazada por la omnipresencia mediática de Kate. Y Carlos, volcado en su propio tratamiento médico, ha optado por tomar distancia y enfocarse exclusivamente en luchar contra la enfermedad y en su rol como monarca.

Carlos III y Kate Middleton
Carlos III y Kate Middleton

Kate Middleton se cansa de hacer el paripé

Una muestra clara de las discrepancias entre nuera y suegros fue la misa de Pascua en Windsor, uno de los actos más simbólicos del calendario real. La ausencia de los príncipes de Gales no pasó desapercibida, sobre todo teniendo en cuenta que tampoco estuvieron presentes el año anterior. Pero entonces su ausencia atribuida a razones de salud. Esta vez ha sido distinto. Que no estuvieran los futuros reyes llamó especialmente la atención.

 En este sentido, medios británicos apuntan a que Kate ha sido la que ha decidido no seguir participando en actos en los que tiene que hacer el paripé. Kate ya no está dispuesta a formar parte de un relato de unidad que ya no se sostiene. Su mirada está puesta en el futuro, en el rol que inevitablemente ocupará como reina consorte. Lo será más pronto que tarde. Y tiene claro que cada vez es menos necesario complacer a todos ni forzar vínculos con quienes no la han apoyado.

Por su parte, Carlos III, como decíamos, sigue enfocado en su enfermedad, y no tiene tiempo (ni ganas) de forzar una situación que pronto dejará de estar en sus manos. La reconciliación de Kate con él y Camilla está lejos de ser una prioridad. No le compensa el desgaste que ello supone.