La historia de amor entre Carlos III y Camilla Parker Bowles ha sido una de las más impactantes en el mundo de la realeza. Sin embargo, la coronación de Carlos y su ascenso al trono del Reino Unido ha planteado un dilema para Camilla. Mientras el primogénito de Isabel II estaba ansioso por su coronación después de décadas de espera, para la ex duquesa de Cornwall la realidad ha sido un reto abrumador, dado que la vida como reina no es precisamente lo que Camilla había imaginado. Aunque Carlos III ya había asumido muchas responsabilidades en representación de su madre antes de su fallecimiento, la transición ha sido menos fluida para Camilla, quien se encuentra en un nuevo y exigente rol.

La reina que nunca quiso serlo

Las especulaciones sobre la vocación de Camilla Parker Bowles como reina han sido una constante en los círculos de la realeza. Se ha descrito a sí misma como una mujer más interesada en la vida sencilla en el campo y la tranquilidad de la aristocracia británica que en las responsabilidades de la Corona. Además, a diferencia de su hermana Annabel Elliot, quien siguió una carrera exitosa en diseño de interiores, Camilla nunca mostró un interés particular en desarrollar una carrera profesional.

Para Camilla, la vida ideal implicaba tiempo para sí misma, sus amigos y su familia, algo que las responsabilidades reales han hecho difícil de alcanzar. La nueva vida como reina consorte ha sido todo menos tranquila para ella, lo que ha llevado a quejarse con su equipo en Buckingham Palace. A raíz de estas circunstancias, ha habido voces que durante un tiempo han sostenido que la reina es poco diligente en sus deberes y han llegado incluso a calificarla de "perezosa" y “vaga”.

El lamento de una reina ocupada

Lo que más extraña Camilla en su vida como reina es la libertad para disfrutar de su tiempo. La agenda de una reina está llena de obligaciones, y Camilla ha expresado su descontento por la falta de tiempo libre. A menudo, su día a día está programado minuto a minuto, dejándole poco espacio para escapar a su residencia privada en Wiltshire, Ray Mill, o para disfrutar de actividades cotidianas como montar a caballo y preparar comidas para sus seres queridos, algo que añora profundamente, sobre todo ahora que tiene 76 años.

La reina ha realizado algunos ajustes a su apretada agenda oficial, como evitar entrevistas con la prensa y discursos largos, que le causan nervios. Sin embargo, sigue sin comprender por qué no puede disfrutar de la sencillez de la vida cotidiana con sus seres queridos. Las responsabilidades reales la abruman, aunque ha tenido que aprender a organizarse y ser disciplinada para cumplir con todas sus obligaciones.

Un amigo de Camilla reveló al 'Daily Mail': "Sin duda, Camilla ha aprendido disciplina y se ha vuelto mucho más organizada. No es organizada por naturaleza, pero ha tenido que aprender a organizarse debido a sus numerosas responsabilidades. De lo contrario, jamás tendría tiempo para ver a sus hijos y nietos". Así, Camilla Parker Bowles, una mujer real en un mundo que a veces parece de cuento, sigue luchando con las expectativas y las demandas de su papel.