Felipe y Letizia han superado el mal trago que los dejó su primer paso por Paiporta, la zona cero de la DANA valenciana, donde sufrieron gritos y una lluvia de barro, con su asistencia al funeral para|por los muertos. Los reyes han mostrado su afecto y han ofrecido consuelo a los familiares de las 222 víctimas mortales y los cuatro desaparecidos en las inundaciones. Los monarcas han asistido a la misa funeral en la catedral de València. Al acabar la solemne eucaristía han dado el pésame durante 28 minutos a las familias. Es en este instante cuando se ha producido un momento muy incómodo por Letizia a los bancos que ocupaban las familias. Les han dado la mano y han abrazado mientras los escuchaban y consolaban. Pero en un momento del vídeo se puede comprobar que un hombre se excede en la confianza y toca de manera insistente e inapropiada Letizia, que pone cara de asco:

Letizia y el hombre que la soba, Tw
Letizia y el hombre que la soba, Tw

Los comentarios del vídeo son todos favorables a Letizia:

Existe una leyenda que advierte que a los reyes no se les puede tocar, un absurdo como tantos otros. No se puede tocar nadie que no quiera ser tocado. Y este hombre de València se sobrepasa no porque sea Letizia o una mujer, se sobrepasa porque toca demasiada otra persona a la cual no conoce. Muchos han recordado que Letizia hizo algo similar tomándose demasiada confianza con una mujer tímida, royal y donde la tradición prohíbe tocar, a la emperatriz de Japón.

leticia abraza emperatriz japo GTRES
Letizia abraza a la emperatriz del Japón GTRES

Letizia viajó a Japón en el 2019 y era consciente que en el imaginario de las casas reales mundiales, la española se hace pequeña al lado de figuras como Isabel II de Inglaterra o de la mujer del emperador de Japón. Masako pasa por ser la más tímida de las japonesas. La mujer del emperador Naruhito tiene problemas de autoestima y no se siente capaz de ejercer el cargo. Y Letizia la abrazó a la española, como si fuera una colega del gimnasio. Letizia no sabe el rígido protocolo de la casa real japonesa y Masako no sabía donde ponerse de la vergüenza ajena. No tocar.