En las reuniones familiares, normalmente se hace el paripé en beneficio de la convivencia y de que las aguas no bajen demasiado removidas. Repasen ustedes mismos sus propios festines familiares. Seguro que en todas las familias hay miembros que no se soportan, cuñados que se odian, primos tarambanas con tendencia a sacar de quicio al personal o rabia entre familiares forjada con el paso de los años. Pero quién más quién menos, cuando hay alguna celebración en torno a una mesa con un festín, hace el hipócrita, se come el mal rollo y se muestra diplomático para que la comida o la cena no acabe en tragedia, con los puñales volando por encima de la mesa. Y en los Borbones, de hipocresía, saben un poco. Pero hay veces que no pueden disimular que la persona que tienen en frente o al lado les cae de pena. Hay veces que la diplomacia y el esconder la verdadera cara se puede aguantar durante un rato, pero siempre hay algún momento donde sale a la luz. Y eso es lo que ha pasado en la graduación de Irene Urdangarin.
La única hija de Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina se graduaba la semana pasada en Ginebra, rodeada de algunos de los miembros de su familia. ¿De todos? No. Muchos le dieron el salto y pasaron olímpicamente de ella, por diferentes razones. La ausencia más destacada, la de sus tíos y reyes de España, Felipe y Letizia, y sus primas Leonor y Sofía. Tampoco fueron sus tíos por parte de padre, hermanos de Iñaki, y los hijos de estos, es decir, sus primos, como por ejemplo el bailarín Diego, con quien se lleva muy bien la joven. Pero la relación entre la rama Urdagarin-Liebaert y el rey Juan Carlos es pésima, y no querían ver al emérito ni en pintura. Sí estuvieron su tía Elena, sus hijos Froilán (sacándose mocos) y Victoria Federica, sus tres hermanos, Juan, Pablo y Miguel y evidentemente, sus padres, Iñaki y Cristina, y su abuela, madre de Urdangarin, Claire Liebaert. Ahora se han publicado nuevas fotos de este encuentro de la chupi-pandi. El día de la graduación no se publicaron demasiadas fotos por parte de las agencias, pero ahora, pasados los días, hemos podido ver algunas fotos curiosas. Por ejemplo, las caras de pocos amigos de Juan, que llegó de deporte a la cita, antes de cambiarse, o las de Froilán y Vic.
Claro está que las imágenes que más han llamado la atención son unas protagonizadas por una pareja que aunque parezca mentira, todavía está casada. Iñaki y Cristina, con cara de vinagre. Claro está que no más que Claire Liebaert, todavía suegra de la infanta, hasta que no se oficialice el divorcio. La madre de Urdangarin no podía disimular la poca gracia que le hacía ver a su todavía nuera allí cerca de ella, mientras su hijo Iñaki la coge del brazo para que no hubiera comentarios sotovocce entre las dos. Pero aun así, queda más que claro qué poco se soportan la una y la otra. Cara de odio total.
Con la cara, pagan.