Ya hace un tiempo que, más allá de los 'royals' al uso, un nuevo personaje del entorno familiar de los Borbones ganaría notoriedad en el ámbito mediático. No por méritos ni congratulaciones anunciadas a bombo y platillo, como es el caso de la reciente jura de bandera de Leonor y su inminente celebración de la mayoría de edad. Ni siquiera nos remitimos a una personalidad de entre la familia de Felipe, puesto que la historia que aquí nos ocupa nos lleva a la otra cara de la estirpe. La que no tiene sangre azul, pero sí muchos trapos sucios. La de Letizia, los Ortiz Rocasolano.
Ese personaje en cuestión es, nada más y nada menos, que Carla Vigo. La sobrinísima díscola, hija de la malograda Érika Ortiz, que tantas veces ha preocupado a la prensa, y no solo por su curiosa amistad con individuos tan controvertidos como Amor Romeira o Christina Rapado.
Vigo ya se ha abierto en más de una ocasión acerca de sus problemas de salud mental para con la alimentación, sin ir más lejos. Su ingreso de urgencia en el hospital el pasado mes de agosto era una de las últimas noticias que teníamos sobre ella. Hasta donde se sabe, solo sus abuelos, Jesús y Paloma, fueron a verla y se preocuparon por su delicado estado. Ni rastro del núcleo duro borbónico. Ahora, por fin, ha reaparecido ante las cámaras. Sin embargo, su actitud en el 'photocall' en cuestión ha preocupado más de la cuenta.
En una intervención surrealista por parte de los periodistas que ha originado un revuelo de considerables dimensiones, Carla ha hecho lo que ha podido para sortear el avasallamiento. Con un hilo de voz entrecortado y haciendo uso de los monosílabos, se ha pronunciado —y entiéndanse las licencias terminológicas, porque decir que ha sido escueta se queda corto— sobre los mil y un eventos que su prima, la princesa, ha protagonizado en las últimas semanas. Por primera vez, un aparente gesto de orgullo, asegurando que "lo está haciendo muy bien y creo que lo va a hacer mejor todavía" que ha impactado, pero que no debería opacar a su semblante preocupante y esa latente intranquilidad. Sobre su asistencia al decimooctavo cumpleaños de Leonor: "sí, eso claro", balbuceaba.
Si bien podría ser motivo de alegría saber que está de vuelta y asegura estar recuperándose de su última estancia en el hospital, su aparición ha disparado, de nuevo, todas las alarmas. Al fin y al cabo, y a pesar de que oírla decir que ella no consume contenidos monárquicos pueda ser motivo de chiste fácil, esta aparición alimenta más y más los rumores sobre cuan desamparada se encuentra la joven. Sin el aparente apoyo de su entorno más próximo y lidiando con la presión mediática. "Pobre chica", "una huérfana sin el cariño de sus tías", sentencian los internautas. Usuarios que aprovechan, también, para tildar de mala la praxis de la reportera que no frenó la toma de declaraciones a pesar de la incomodidad de la escena: "Si es un monólogo, no una entrevista".
Quiénes somos nosotros para dictaminar si Carla está mal o esta es su personalidad. Juzguen ustedes mismos. Si apuestan por la primera opción, no está de más rogar por un poco de clemencia. Clemencia real.