¿Recuerdan aquello de la Biblia de "quién esté libre de pecado, que tire la primera piedra?" Pues en el ecosistema royal internacional es la norma para evitar criticar el comportamiento escandaloso de unos y otros. Todos se cubren, se disculpan y cierran filas por una sencilla razón: quién más, quién menos, tienen muertos putrefactos en el armario. Y no se trata de una cuestión generacional, de las costumbres de viejos dinosaurios como Juan Carlos de Borbón. Qué va, los nuevos pisan fuerte: Felipe y Letizia, Federico de Dinamarca, Alberto de Mónaco, incluso Carlos de Inglaterra (aunque su historia con Camila sea ya pleistocénica). Ahora bien, es bien cierto que los más mayorcitos han tenido mucho tiempo para hacer de las suyas. Como otro coetáneo y compañero del patriarca Borbón, y que todavía se mantiene en el trono de su país con 78 años: Carlos Gustavo de Suecia.

El padre de la futura reina Victoria no tiene intención de jubilarse. Los escandinavos, en general, se resisten a hacerlo. Harald V de Noruega es un buen ejemplo, mientras que la "pobre" Margarita de Dinamarca tuvo que pasar el testigo para no poner en riesgo el futuro de la institución, después de pillar al príncipe heredero con Genoveva Casanova en Madrid. En el caso del sueco, que recientemente acogieron a los daneses en su primera visita de estado internacional, no parece haber grandes urgencias ni amenazas en el horizonte. Sus momentos más bajos, en 2010, habían quedado en el olvido. Todo a raíz de la publicación de un libro biográfico durísimo, y en el que destapaban las aficiones del monarca lejos de su mujer, la reina Silvia. Locales de striptease, para calentar motores, y después a otros más explícitos.

El libro sobre los escándalos de Carlos Gustavo / X

Aquella revelación fracturó la relación del padre con su hijo, el guapo Carlos Felipe. "Hasta aquel momento tenía el máximo respeto por su padre, pero se tomó fatal las acusaciones porque apelaban al modelo de familia. Lo que más daño le hacía es la forma de exponer a su madre, no lo podía soportar". Discusiones a gritos, peleas, mal rollo... El ambiente era irrespirable, los trabajadores de palacio eran testigos de aquellos griteríos. "Todo el mundo era consciente de la furia del príncipe contra el rey", explica el diario sueco Svensk Dam. "Carlos Felipe es muy próximo a su madre, y nunca le ha perdonado lo que le hizo. Una humillación pública". La intensidad del conflicto ha bajado de intensidad con el paso de los años, pero sigue latiendo. Hace unas horas, por ejemplo, con una decisión impactante del rey: apartar a su hijo de un acto tradicional.

La Familia Real sueca con Federico y Mary de Dinamarca / GTRES
Carlos Felipe y Sofía de Suecia / GTRES

El castillo de Stenhammar, en Flen, es el escenario de una jornada clásica dedicada a la alimentación, la agricultura y la ganadería. Sus terrenos acogen una finca que, en principio, se planeó que fuera heredada por el príncipe. La presencia de padre e hijo ha sido constante durante los últimos años, a pesar de las diferencias. Pero en esta ocasión el marido de la princesa Sofía ha desaparecido del mapa. Una ausencia atronadora, y que ha reabierto la caja de los truenos, dejando al aire los trapos sucios más malolientes. En la monarquía, la que sea, cuando no es una cosa, es la otra.

Carles Gustavo y Sílvia de Suecia / GTRES