La Commonwealth es una idea, una mancomunidad que gusta a muchos. En Canadá, por ejemplo, tiene mucho apego y hasta día de hoy en los dólares en forma de billete se puede ver el bellísimo rostro de la antigua reina Isabel II. En Australia no tiene tanta aceptación. "Una vez finalizado el reinado de la reina Isabel II será el momento de decir: vale, es hora de dejar esto atrás", llegó a decir meses antes del traspaso de la mandamás de la Commonwealth el primer ministro australiano Malcolm Turnbull. Incluso Antigua y Barbuda, otro miembro de la mancomunidad más grande del mundo (2.500 millones de habitantes), ya ha anunciado que hará un referéndum. La Commonwealth está en horas bajas.

Bandera Commonwealth

Y está en horas bajas por culpa de Carlos III, el actual rey y sucesor de Isabel de Inglaterra. Ella era muy querida y él no: ahora le tiran huevos cuando va por la calle, una cosa impensable con Her Majesty The Queen Elizabeth. Y si le tiran huevos de gallina en Inglaterra, en su propio país, imagínense qué le deben querer hacer en Australia, un país de la otra punta del mundo del cual Carlos es el rey sin apenas pisarlo. Una de las últimas veces que estuvo allí, lo pasó muy mal. Lo recordamos... Carlos, entonces, era el príncipe heredero y estaba casado con Lady Di. Databa el año 1994 cuando, en pleno mes de enero, Carlos fue invitado a dirigir un discurso en el Darling Harbour de Sydney.

Carlos III e Isabel II EFE

Allí todo iba como una seda hasta que el caos se apoderó de la sala de eventos. Un energúmeno había sacado una pistola y había empezado a pegar tiros como si estuviera en el Salvaje Oeste. Se trataba de un estudiante de 23 años, con mucha rabia, pero con muy poco tino, que intentó matar al hijo de la reina. Valiente, el príncipe no se acobardó y apenas se inmutó: confiaba en su equipo de seguridad. Mientras la mayoría de los presentes en la sala trepaban por las paredes en busca de auxilio, Carlos se quedaba quieto, impertérrito. El tirador, cuyo nombre era David Kang, fue aplacado rápidamente por la Guardia Real. Menos mal...

Carlos de Inglaterra, vestido de jeque

Los motivos del disparo y el castigo

Este es un acto de locura que no tiene justificación. Pero Kang, después de haber disparado desde 6 metros con dos balas de fogueo al futuro rey y no haber dado pie con bola, quiso explicar el por qué de su terrorífica acción. Según explicó, los motivos del disparo estaban directamente relacionados con el trato de más de 100 solicitantes de asilo camboyanos detenidos en campos de concentración de Australia. No obstante, Kang fue acusado de amenazas con violencia ilegal y tuvo que cumplir una pena de servicio. En vez de entrar en la cárcel, que es lo que hubiera pasado en cualquier otro país donde hay un intento de magnicidio, Kang solo tuvo que cumplir 500 horas de servicios sociales.

Carlos III y Lady Di EFE