Carlos III hace meses que es el rey del Reino Unido. Tan pronto como falleció Isabel II, en septiembre de 2022, tomó las riendas de la corona, pero oficialmente no subió al trono hasta el mes de mayo del 23. La ceremonia de entronización fue colosal, solemne, polémica y tradicional. Tuvo un poco de todo, desde un seguimiento y adulación importantes hasta protestas silenciadas por el régimen. Lo que pocos esperaban, sin embargo, es que el jefe de la Casa Windsor tuviera que repetir el trámite dos meses después, como los malos estudiantes que suspenden en junio y se tienen que volver a presentar en septiembre. Un segundo acto con particularidades muy marcadas. ¿La principal? Que el espectáculo no tenía lugar en Londres, en casa. Ahora tocaba jugar en campo contrario: en la díscola e independentista Escocia. Territorio comanche.

El monarca y la consorte Camila, acompañados por los príncipes de Gales Guillermo y Kate, han recibido las joyas de la corona en la catedral de Sant Giles, en Edimburgo. Se trata de un acto obligado de apertura y sirve para concluir el traspaso de la nueva regencia. No es propiamente una coronación, pero se la conoce como tal, la coronación escocesa. La puesta en escena está milimétricamente diseñada, ensayada y ejecutada. De hecho están previstos hasta los elementos adversos, como los abucheos populares y masivos a los protagonistas de la fiesta. Y es que Escocia tiene un rey, pero no lo quiere. Especialmente un rey inglés.

Carlos III en Escocia / GTRES

Carlos III, acto final de coronación en Escocia y bronca mayúscula

La singularidad urbanística de la Royal Mile de la capital escocesa, el tramo que separa el castillo de la ciudad con el palacio de Holyrood, la residencia real, provoca un fenómeno auditivo del cual es imposible abstraerse en situaciones como estas. Los sonidos se amplifican de forma mayúscula, y claro, una bronca gigante eleva su potencia hasta el extremo en esta caja de resonancia. Bronca que se produjo y de qué manera mientras el vehículo oficial de Carlos III hacía acto de aparición en las puertas del templo. La banda sonora era mixta: los gritos marciales de la guardia encargada de saludar al monarca y el griterío de la multitud recordándole a Carlos III que no es bienvenido, "not my king". Algo parecido a lo que pasó en el campo de fútbol del Celtic de Glasgow durante aquellos días de mayo, pero ahora en una ceremonia oficial de gran importancia. Suban el volumen, vale la pena.

La corona de Carlos III / Twitter

El rey inglés no emula a la corona española y se come con patatas la protesta republicana e independentista

Que los escoceses y escocesas rechazan a la corona inglesa es bien sabido. A diferencia de los reyes de España con Catalunya, sin embargo, los Windsor no lo intentan esconder desplazándose a pueblos pequeños y hoteles menores, no. Se lo comieron con patatas, también va en el sueldo. Si en Londres contuvieron las protestas con vallas de metal y controles policiales invasivos y autoritarios, en Edimburgo no han osado hacerlo. Incluso la televisión pública, la BBC, no ha hecho maniobra alguna para tapar o silenciar la regañada, como sí hubiera hecho la servil y cortesana TVE española. La cara del rey, mirando de reojo a los antimonárquicos que lo ponían a parir, es impagable. La mueca de ira y humillación es el sueño húmedo de cualquier republicano de este mundo.

Carlos III abucheado y humillado en Escocia / GTRES

God save the king. Sobre todo que le guarde los oídos, le silbarán bastante.