El pasado 13 de julio, el atentado contra Donald Trump en Pennsylvania ha reavivado el recuerdo de un incidente similar que implicó a otra figura destacada: el intento de asesinato del entonces príncipe Carlos en Australia hace 30 años. Este incidente, aunque no dejó víctimas, pudo haber cambiado radicalmente la historia de la monarquía británica. El 26 de enero de 1994, Carlos de Inglaterra, de 45 años, estaba en una visita oficial a Sídney. Su objetivo era rehabilitar su imagen tras los escándalos matrimoniales con Lady Di y demostrar su valía como heredero al trono. Sin embargo, en un evento en Darling Harbour, donde iba a entregar premios a escolares, un joven de 23 años llamado David Kang, de origen camboyano, irrumpió en el escenario y disparó dos veces al príncipe. Afortunadamente, las balas eran de fogueo, pero el susto fue monumental para los 20.000 espectadores presentes.

La calma y compostura de Carlos durante y después del ataque fueron impresionantes. Mientras sus guardaespaldas inmovilizaban al atacante, él continuó con su discurso, ganándose el apodo de "Su Alteza Frialdad" en la prensa popular. Ian Kiernan, uno de los guardias presentes, describió al entonces príncipe como "fantástico... tranquilo como una lechuga", reflejando la admiración por su reacción serena. Incluso los vídeos del altercado muestran a Carlos ajustando los botones de sus mangas mientras el atacante era neutralizado.

El motivo del atacante

David Kang, el atacante, justificó su acción como un intento de llamar la atención sobre la situación de los refugiados camboyanos en Australia. En aquella época, muchos refugiados llegaban a las costas australianas buscando asilo, y Kang, que sufría de depresión, quería visibilizar su difícil situación. Aunque su método fue extremadamente erróneo, el incidente subrayó la gravedad del problema de los refugiados.

Kang fue sentenciado a 500 horas de trabajo comunitario, y el incidente generó un debate sobre la seguridad de la realeza en eventos públicos. Las grabaciones del día muestran a Carlos reaccionando con sorprendente calma, mientras su guardaespaldas, Colin Trimming, lo protegía y abordaba al atacante. Este nivel de serenidad en una situación de alta tensión aumentó el respeto del público hacia el entonces príncipe.

Tras el atentado, surgieron preguntas sobre la seguridad en los eventos reales. ¿Por qué no se había detenido a Kang antes de que subiera al escenario? El Palacio de Buckingham había solicitado explícitamente no colocar policías entre Carlos y el público, un riesgo que casi tuvo consecuencias fatales. Sin embargo, la rápida actuación de los guardaespaldas y la naturaleza no letal del arma evitaron una tragedia mayor.

Un día que pudo cambiar la historia del Reino Unido

El incidente en Sídney es recordado no solo por el peligro que representó, sino también por la respuesta del actual rey de Inglaterra. Su capacidad para mantener la compostura y continuar con su deber real subrayó su dedicación y fortaleza, características esenciales para un futuro monarca. Aquel día pudo haber cambiado la historia de la monarquía británica drásticamente. Si el atentado hubiera sido fatal, el príncipe Guillermo, entonces de 11 años, habría heredado el trono, con el príncipe Andrés como regente hasta su mayoría de edad. La línea sucesoria y los eventos posteriores podrían haber sido muy diferentes.