El cáncer de Carlos III, detectado hace poco más de una semana, tiene al gallinero royal alborotadísimo. El monarca ha vuelto a recibir tratamiento este mismo martes, con aparente buena cara, pero consciente del terremoto mediático e interno que suscita su estado. Especialmente, entre sus familiares más directos: el príncipe Guillermo, con un padre y una mujer enfermos, no se aguanta de pie. Enrique de Sussex, mientras tanto, sufre para|por el padre, pero va a la guerra contra la madrastra Camil·la. Y finalmente tenemos un outsider de sangre muy azul, pero caído en desgracia: el hermano de Carles, el príncipe Andrés. Uno auténtico proscrito.
El duque de York, es bien sabido por todos, tiene el título de la gran oveja negra de la familia. Su nombre está ligado al escándalo de abusos sexuales con menores de Jeffrey Epstein. Lo desposeyeron de sus responsabilidades a Buckingham, lo tienen ligado en corto. Decidieron dejar de pagar sus caprichos de millonario, como castigo adicional. Tocarle el bolsillo a un aristócrata es de las cosas más humillantes que le puedes hacer. Sin embargo, no acaban de sacrificarlo del todo. Será porque tampoco quieren que pise determinados callos familiares.
Sea como sea, Andrés acaba de enviar un potente mensaje en las horas más negras de la nueva dinastía real británica. ¿El resumen? Un me importáis un rábano como una catedral. Circulan unas fotografías del príncipe montando a caballo, hoy mismo, sonriendo como si le hubiera tocado el Euromillón. Exactamente la misma actitud que exhibe mientras conduce su vehículo. Sabe que lo están fotografiando, es evidente. Y no se ha cortado ni medio pelo. Vaya, que uno luchando contra el cáncer, el otro de carcajadas y cachondeo living la vida loca. Animadísimo. Lo pueden analizar de la manera que quieran, pero es feo. Y una venganza con aire macabro, de un mal gusto fuera de lugar.
Es bien cierto que Andrés no pinta absolutamente nada en la agenda oficial de la monarquía, puede hacer con su tiempo libre lo que quiera. No lo utiliza, sin embargo, para estar junto a su sangre, ni siquiera para enviar mensajes de ánimo y apoyo, que sería lo más normal. No, todo le resbala todo. De hehco, se considera una víctima, cosa curiosa porque hay unas cuantas personas que lo tienen por verdugo. El mundo al revés. En todo caso, llegará el momento de ajustar cuentas. Y el gesto de Andrés no pasará nada desapercibido. Apostaríamos fuerte por el contraataque de Buckingham Palace, la sentencia definitiva.