La guerra interna en Buckingham no deja de escribir nuevas páginas en el folletín. Algunas sorprendentes, con giros de guion inesperados, simulacros y fuegos artificiales. Es lo que parece la última maniobra de uno de los bandos del combate de Enrique contra todos: Carlos III, el rey de Inglaterra, quien ha pasado de un "está más enfadado que nunca", a claudicar y probar la reconciliación. No pintaba nada bien la cosa, tras la reciente visita del Sussex a Inglaterra. No hubo contacto, ni poco ni mucho. Ni siquiera aquellos 30 minutos de cortesía de mala gana cuando el hijo de la difunta Isabel II anunciaba que sufría cáncer. El príncipe, abanderado de los 'Invictus Games', fue ignorado por Buckingham Palace. Bien, eso según su entorno: el otro giraba la tortilla y acusaba al marido de Meghan Markle de no invitar a su padre al oficio religioso en la catedral de San Pablo, y de rechazar el ofrecimiento para alojarse en una residencia oficial. La guerra es también la del relato.
Una cita todavía lejana volvía a poner a prueba la flexibilidad de la cuerda que une a The Firm: el cumpleaños de Enrique, que hará 40 el próximo 15 de septiembre. La celebración y la lista de invitados provoca dolores de cabeza, incluso escalofríos en algunos miembros de la saga. El experto Tom Quinn, en 'The Mirror', dibujaba un panorama explosivo, con dos personas señaladas como potenciales víctimas de la ira de palacio: Eugenia y Beatriz de York, las hijas de Sarah Ferguson con el príncipe Andrés, implicado en el escándalo de abusos sexuales con menores de Jeffrey Epstein. El hermano del rey es otra persona non grata para el frágil ecosistema royal, y por extensión también lo son sus hijas. Además, son las únicas alianzas claras de Enrique y Meghan de Sussex dentro de la Familia Real. Una que puede significar la ruina.
Todo esto son noticias de hace un par de días, pero como decíamos, el panorama ha vuelto a sufrir modificaciones. El experto en crónica real anuncia la bomba: Carlos III ha enviado la invitación oficial a la pareja más polémica para acompañarlos unos días en el castillo de Balmoral, en Escocia, a lo largo de este verano. Este destino es el Marivent british, para entendernos. Fue allí donde murió la reina isabel II, además, hace casi 2 años. El valor simbólico es importantísimo. La actitud del monarca parece que no pasa de un gesto de cara a la galería. Arriesgado, pero con trampa. La respuesta será un no rotundo, según Quinn. "El rey invitará a Harry y Meghan a Balmoral porque sabe que encontrarán motivos y excusas para cancelarlos". El pulso es interminable.
¿Pero, y si dicen "sí" y hacen las maletas, con los chiquillos, para pasar unos días con la familia detestada? Pues que eso será un campo de minas. Guillermo y Kate, por ejemplo, se harán cruces. El futuro rey ya no lo considera ni como un hermano, después de todo lo que pasado entre ellos. Y después tenemos una persona aterrorizada, presuntamente: Camila de Cornualles, la consorte. La madrastra mala. La pesadilla de Diana de Gales. Y una de las grandes obsesiones de Enrique, que la odia. Camila sufre por el reencuentro, en teoría por el estado de alteración que puede generar en su marido enfermo, pero no descarten que tema encontrárselo en un pasillo y que le arme un escándalo. El verano será movido al Reino Unido. Preparen la tumbona, la nevera portátil y los aperitivos.