Al rey de Inglaterra Carlos III no solo le molestan los uijeres y, a ratos, los mayordomos, sino que también le molestan los animales, en este caso los caballos. La reina Isabel II murió hace un par de meses y los caballos no la acompañaron a la tumba. Dejó un reguero de decenas y decenas de yeguas y caballos en sus residencias. Es por eso que His Majesty The King Charles ya se ha puesto manos a la obra con el fin de vender el máximo número de ponis, yeguas, caballos y purasangres posibles. De momento ya se ha ventilado a catorce ejemplares, pero eso no es ni la mitad de lo que le queda.

Isabel de Inglaterra, en caballo

El precio por el que se los ha quitado de encima da miedo. Entendemos que comprar un caballo no es barato, pero gastarse esta fortuna tampoco es normal. Puestos a subasta hace unos días, los catorce caballos han sido vendidos a un anónimo que podrá presumir de tener en propiedad a los caballos que acompañaron a la mejor reina del mundo durante parte de su historia real. Está clara una cosa: que el comprador o es un millonetis o ha pedido un préstamo en el banco y se va a arruinar. O las dos cosas: ha sacado de su bolsillo un millón de libras, lo que equivale a 1.143.000€ aproximadamente. Brutal.

Así lo ha revelado el Daily Mail, que se ha puesto en contacto con la empresa subastadora. Tattersalls ha sido la encargada de poner los caballos a la venta y, vista la viralidad que ha cogido la noticia, ha decidido contar su versión al periódico inglés. "No es nada fuera de lo común. Todos los años se vendían caballos. La reina tenía sus propias yeguas de cría, las criaba y las vendía. No podía quedárselas todas", dicen desde la compañía de subastas.

Uno de los caballos de Isabel II se despide de ella GTRES

¿Cuántos caballos le quedan por vender?

Este ha sido el primer fascículo de la subasta, que de bien seguro tendrá una segunda parte en breves. No sabemos si la misma Tattersalls u otra será la empresa encargada de gestar y gestionar la compra-venta, pero parece que Carlos III no tendrá ninguna dificultad en colarle a alguien los caballos de su difunta madre. Con los 23 que sobran puede sacarse cerca de dos millones de euros más, lo que harían una cifra cercana a los 3 millones en total. Nada mal.

¿De dónde venía la afición de la reina por los caballos?

Isabel II idolatraba a los caballos. Siempre que podía miraba carreras, visitaba hipódromos o montaba a caballo en solitario. Los carruajes, cómo no, eran otra de sus pasiones preferidas, por lo que es por eso que ella nunca los quiso vender. Heredó esta pasión ni más ni menos que de su padre, el rey Jorge VI. Ella, sin embargo, no ha logrado traspasar esta pasión por estos animales del monte a sus hijos. Ni Ana ni Eduardo, ni Andrés ni, mucho menos, Carlos han querido mimar a sus caballitos. Es más, han acabado sacándoselos de encima y lucrándose enormemente con su venta. Alucinante.

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