Dos libros son imprescindibles para entender la guerra fratricida entre los royals británicos: por una parte, las memorias de Enrique de Sussex, 'Spare', y por la otra 'Endgame', del periodista Omid Scobie. Este último, una investigación descarnada sobre las cloacas de Buckingham Palace, ofrecía a los lectores una acusación terrible, durísima y de enorme inhumanidad. Tan fuerte que fue censurada en la versión original en Inglaterra, y que solo gracias a un error de la traducción holandesa vio la luz: qué dos miembros de la Familia Real hicieron comentarios racistas sobre Archie y Lilibet, los hijos de Enrique y Meghan Markle. ¿La respuesta? El rey y abuelo Carlos III y la princesa Kate Middleton. "¿De qué color es?", se supone que preguntaron tras el nacimiento del mayor. Una puñalada directa al corazón.

La sombra sobre este comentario sobrevuela constantemente el conflicto familiar, y resulta imposible de no tener en cuenta cuando analizas la relación de las dos criaturas, de 5 y 3 años, con el resto de miembros. O mejor dicho, la no relación. Las ocasiones en las que han coincidido con el resto de la estirpe son escasas, y cada vez más infrecuentes. El contacto con el abuelo Carlos es diametralmente opuesto al que tiene con George, Charlotte y Louis, hijos de Guillermo y Kate: hace tiempo que solo los ve de manera virtual. Evidentemente, la residencia de los Sussex en Montecito, California, no favorece el contacto físico. Y menos en estas circunstancias complejas por la enfermedad del rey. Pero quizás eso es lo que buscaban Enrique y Meghan: alejarlos de la toxicidad de los Windsor. Cuando menos, hasta que tengan uso de razón.

Enrique y Meghan con Archie / GTRES

Los remordimientos están pasando factura al monarca inglés, que no quiere morir sin arreglar las cosas. Y según explica el 'Daily Mail', citando fuentes próximas a Buckingham Palace, son los pequeños Archie y Lilibet de Sussex el motivo de su desazón. Estas son las dos personas que podrían cambiarlo todo, porque el monarca "no está contento" con el tipo de vínculo que tiene con ellos, y "está más dispuesto que nunca a recuperar el tiempo perdido". Parece que alguien se siente culpable. Y, desgraciadamente, tiene el tiempo justo para deshacer nudos marineros y conseguir el perdón.

Carlos III, Camila, Enrique y Meghan / GTRES

El digital aporta un detalle de presunta ternura: el rey envió un regalo y una tarjeta de felicitación a la pequeña Lilibet hace una semana, coincidiendo con su tercer cumpleaños. Tierno, pero difícilmente efectivo: es un abuelo que solo está por correo postal o en una pantalla. Sin embargo, confía en revertir la situación porque "valora la familia por encima de todo, y sea cual sea el curso de la relación con su hijo, nunca no se conformaría con ver a sus nietos en videollamada". Mucho tendrían que cambiar las cosas para provocar un escenario como este, pero soñar es gratis. Al menos, de momento.

Enrique, Meghan, Archie y Lilibet / Instagram